Lavín, el hereje; Matthei, la ortodoxa - 10 de Enero de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 854944945

Lavín, el hereje; Matthei, la ortodoxa

El problema presidencial de la derecha se agudizó esta semana con la decisión de Lavín de quemar las naves (es decir, el furgón municipal).La derecha (¿quién lo habría imaginado con un gobierno en el suelo?) suma a Lavín, Matthei, Kast, Desbordes, Sichel.Pero su dilema no es escoger entre esos varios candidatos (en cuyo caso bastaría que los partidos se inclinaran por el más popular o atractivo) sino la abundancia de proyectos, la diversa fisonomía ideológica que se esconde detrás de cada uno de esos nombres.Evelyn Matthei representa lo que pudiera llamarse la ortodoxia, es decir, la convicción de que las bases de la modernización de Chile son correctas y que es necesario persistir en ellas. En su opinión, los problemas surgieron cuando esas bases se abandonaron, cuando, espantados por los tropiezos, se comenzó a descreer. Así, Matthei representa lo que pudiera llamarse la racionalidad formal de la derecha: un puñado de ideas que aspiran a guiar, como un guardagujas, el quehacer político: la distinción entre financiar un bien y proveerlo; el trato igual entre los agentes públicos y los privados; el ascetismo en el manejo de las rentas generales; acento en el esfuerzo individual y el rechazo del paternalismo. Todo eso aderezado con un cierto liberalismo moral y cultural.Mario Desbordes es el extremo opuesto. Él no es ortodoxo porque para ser ortodoxo hay que tener ideas. Y él no tiene exactamente ideas. Tiene sensibilidad, una sensibilidad que podría llamarse populista en el sentido técnico: la idea que hay un pueblo digno y noble al que una élite ha vuelto la espalda. Él quiere ser el mediador entre esa élite (con algunos de cuyos miembros ha convivido en su partido arriscando, es de suponer, la nariz) y ese pueblo al que presume pertenecer (cuando subraya una y otra vez su origen mesocrático). Es muy difícil saber qué es lo de derecha oculto en ese planteamiento; pero lo más parecido es el socialcristianismo de Cruz-Coke o las ideas de pueblo que se asoman en las páginas de Encina.José Antonio Kast no es, como Mario Desbordes, populista; pero al igual que ocurre con este último para encontrar algo que se le parezca hay que mirar hacia atrás. Él es un derechista tradicional para quien los problemas sociales son fruto del despilfarro del Estado, del deterioro del sentimiento nacional, de la incapacidad de los agentes para imponer el orden y del descuido de las familias.Sichel, por su parte, es como Mario Desbordes, abundante en sensibilidad...

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