Lagos en La Moneda - 19 de Agosto de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 580164174

Lagos en La Moneda

Por ejemplo, es fácil si se quiere hacer la comparación entre Bachelet y Lagos, desde que un día de agosto de 2015 Ricardo Lagos Escobar decidió que podía revestirse de presidente, usar el podio y ocupar de nuevo La Moneda. Lo hizo como bombero anciano en el funeral de un joven e inexperto mártir, utilizando su retórica y sus medallas.

Su visita a palacio fue una viñeta para que busquemos las diferencias. Por eso, aquí van las 10 más obvias entre Lagos y Bachelet.

A Lagos -lo han dicho ellos mismos- los empresarios lo aman; de Bachelet, los emprendedores desconfían, recelan.

Ella no está en palacio, prefiere hablar en el extranjero, en ese mundo tan parecido al país del Nunca Jamás; él entra a La Moneda como a su casa, habla y se siente a gusto, sobre todo si ella no está.

Bachelet ningunea a la DC, porque sabe que el partido la necesita más a ella que la presidenta a los de Pizarro; a los demos, Lagos los adula, les coquetea, les demuestra que los necesita.

La presidenta insiste en que hay que llevar las reformas a fondo; el ex presidente habla de gradualidad, contradiciéndola frontalmente, sin matices... sin gradualidad.

Lagos afirma que ama a Chile y que hará todo para que salga adelante (aunque se sospecha que solo se ama a sí mismo); Bachelet afirma que el modelo que tiene en su cabeza es la República "Democrática" alemana.

La izquierda más dura respalda a Bachelet porque es una madre autoritaria, pero conquistable; la izquierda más dura abomina de Lagos, porque es un padre autoritario e indomable.

Bachelet es una mujer sesgada por mirar a la izquierda; Lagos es un hombre operado de cataratas, mirando a la derecha.

Los dos citan a Allende, pero Lagos conoció de cerca su frivolidad política y personal; Bachelet, un personaje insustancial en los 70, lo mira a la distancia y lo idolatra por pura debilidad infantil.

El ex presidente sabe exactamente lo que quiere para hoy, para mañana y para pasado mañana, aunque ni usted ni yo lo sepamos; la presidenta sabe exactamente lo que quiere hoy, que es distinto de lo de ayer y diferente de lo de mañana y obviamente es imposible saber en qué consiste.

A ella la derecha la...

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