El lado más verde de Puerto Varas - 11 de Abril de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 864090551

El lado más verde de Puerto Varas

E sa mañana la ruta que tomó Isabel Vergara, guía naturalista especializada en botánica, estaba rodeada de praderas y terrenos llanos. Una frescura húmeda inundaba el camino que une Puerto Varas y Ensenada, y, exactamente a las nueve de la mañana, lo que se veía por la ventanilla era a lo menos curioso: en vez de los frondosos árboles que suelen llenar las postales de esta zona, acá parecía haber solo vacas. Cientos de ellas, con sus pintitas negras o café, que adornaban el camino por el que avanzábamos arriba de un Peugeot gris que nos trajo hasta Bosqueando : el sendero que Isabel Vergara diseñó durante el año pasado para enseñar sobre botánica. Y el sitio donde grupos pequeños llegan para experimentar lo que se conoce en japonés como Shinrin Yoku o "baños de bosque".Pero antes de adentrarnos en el bosque y en los secretos de la vida silvestre que Isabel nos enseñó, retrocedamos un poco.Habíamos llegado a Puerto Varas, esa madrugada de lunes, con un motivo simple. Alejados de los conocidos paseos a los saltos del Petrohué o de los clásicos cafés locales, queríamos descubrir el lado b de esta ciudad. O mejor dicho, el lado "v", de verde. Nuestra misión era buscar las iniciativas relacionadas con la contemplación, la naturaleza y la cultura local que recientemente se instalaron aquí y que son una manera diferente de conocer esta zona. Y junto con eso, apreciar otra versión del lago Llanquihue.Todo estaba aún por verse.Isabel, que es menuda y enérgica, nos recibió para inmediatamente conducirnos al sendero.Ya estábamos fuera del auto cuando abrió con destreza un portón hecho de tablas, que se encontraba justo frente al camino de tierra por donde vinimos."Es por acá", dijo. Mientras caminábamos, ya se divisaba a lo lejos una zona oscura y densa de inmensos árboles nativos. Era el comienzo de nuestro recorrido por el bosque, y la barrera natural hacia donde nos dirigíamos. Esa frontera que parecía dividir el mundo de los autos (como el que nos trajo) y el de animales domésticos (como las vacas que vimos antes), del bosque... de la música de las aves... de la vida salvaje.Bosqueando, el sendero de Isabel, tiene una extensión de 4,7 kilómetros para caminar entre medio de tepas, arrayanes, quilas, coihues, notros, avellanos, lengas, raulíes y lumas blancas o melí. Sin apresurarse, el circuito puede tomar unas tres horas. Y como tiene forma de círculo, no es necesario "devolverse"."Bosquear", como le llamó Isabel a la acción de estar atentos en el bosque, inmediatamente implica sentirse en un sitio diferente. El suelo, formado por capas y capas de hojas caídas, se percibe blando; la humedad va impregnando todas las zonas descubiertas del cuerpo, y las aves que vuelan cerca y cantan desde los árboles se transforman inmediatamente en el soundtrack perfecto para una caminata donde vamos hablando de flora, de fauna y de los ciclos naturales que recrea Isabel.Ella sabe de lo que habla. Lleva cerca de veinte años especializándose en botánica. Primero estudió diseño y producción de áreas verdes en el Inacap de Santiago, y luego, como alumna de la aclamada botánica chilena Paulina Riedemann. "Con los años, de manera autodidacta, seguí especializándome y mezclando los estudios de los naturalistas con el turismo", dice.El testimonio de sus conocimientos queda claro de inmediato a medida que nos adentramos en el bosque. "Esto es melí, uno de los perfumes principales del bosque junto a la tepa", dijo al comienzo del sendero, mientras nos mostraba una hojita: "El melí es característico de esta zona. Es de la familia de las mirtáceas y, junto al arrayán, son los encargados de bajar...

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