El lado más salvaje de Kenia - 20 de Noviembre de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 915048266

El lado más salvaje de Kenia

E l 4X4 arrancó y una nube de tierra se levantó a nuestras espaldas. El cielo al norte comenzaba a tornarse índigo: llegaba el atardecer y debíamos apurarnos en entrar a la zona protegida, la Reserva Nacional de Samburu, en Kenia. Unos niños que jugaban al borde del camino gritaron emocionados "mzungu" ("persona blanca" en swahili) y corrieron al vehículo, saltando y saludando con sus pequeñas manos.Era el inicio de mi primer safari en la sabana africana, tierra de algunos de los últimos grandes animales salvajes del planeta y hogar de la tribu samburu. Ahí, no muy lejos de donde me encontraba, dicen algunos libros, se originó la vida de los seres humanos como nos conocemos hoy. Me invadió una sonrisa ante esa idea y cerré los ojos para disfrutar del viento.Cruzamos el portón de la reserva hacia unos campos llanos salpicados de acacias y pronto la ruta se tornó irregular. El suelo cobrizo a ratos se volvía arenoso y pesado. Hacia el horizonte, una cadena montañosa teñida de azul indicaba uno de los límites del área protegida, y el inicio de las tierras habitadas por comunidades nativas.Pronto dejamos atrás las llanuras y doblamos hacia el río Ewaso Nyiro por una ruta más angosta. Decenas de aves terrestres de pecho azul y alas negras, con líneas y lentejuelas blancas dibujadas en las plumas, corrieron frente a nosotros: eran pintadas vulturina, la especie más grande y colorida de gallinas de Guinea que existe. Su plumaje relucía mientras huían hacia los arbustos, dejando nubes de polvo que filtraban las últimas luces del sol.Sin que pudiera darme cuenta de cómo aconteció el cambio, rumores y voces extrañas comenzaron a llenar el paisaje que, de un momento a otro, se había transformado en bosque. Progresivamente la reserva nos fue envolviendo hasta que desapareció el último resquicio de luz. A esas alturas, solo se distinguía lo que iluminaban los faros del jeep . Entonces nos detuvimos. Habíamos llegado al campamento.Un crujido en la nocheNo había electricidad. Tampoco cercas que nos resguardaran de los animales. El pequeño campamento, llamado The Lion King , está justo al borde del río, y con sus ocho carpas parece integrarse de forma casi natural con la reserva.Un hombre samburu de edad indefinida abrió la puerta del vehículo y con una linterna me guió a la carpa. Llevaba un rungu (bastón tradicional) en la mano, el cuerpo cubierto por una manta roja a cuadros similar a la de los masái.La historia dice que samburus y masáis fueron un...

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