El lado de Cochamó que nos estamos perdiendo - 3 de Abril de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 631942629

El lado de Cochamó que nos estamos perdiendo

Pero ocurre que 21 kilómetros antes, por el camino que viene desde Puerto Montt, está el pueblo de Cochamó, un lugar por el que pasan de largo todos los que van.

Crisitán Cea, de 39 años, llegó al pueblo con la idea de alejarse de la ciudad y vivir cerca de la naturaleza. Construyó él mismo una casa de madera con varias habitaciones y puso el hostal Patagonia Nativa. Desde entonces, poco a poco, con el aumento del tránsito hacia La Junta, el turismo ha ido agarrando vuelo. De hecho, en los últimos dos veranos, su hostal ha estado copado todos los días, principalmente por extranjeros.

El poblado no tiene más de 200 casas, donde viven 482 personas según el último censo, pero tiene algunos restaurantes donde se puede comer pescado fresco, como La Ollita, donde preparan una muy buena merluza. Hay ocho hostales y seis campings para alojar, y también un gran paisaje para recorrer. Y uno de los paseos sencillos y recomendables para hacer en Cochamó es esta caminata que conduce a un lindo mirador. Para llegar hay que tomar un antiguo camino vecinal, que comienza a unos cuatro kilómetros de la calle principal. Se puede ir caminando o en auto a través de un camino de tierra, que es el que recorremos esta vez en la camioneta de Cea.

Al llegar al punto de inicio del sendero de la caminata, lo primero que se ve son unas vacas y un portón de madera. "En general, los turistas no conocen este camino porque, como tiene portones para que no se escapen los animales, la mayoría no se atreve a entrar, pero junto a otros guías de la zona lo estamos empezando a mostrar", dice Cea.

Tras abrir el portón con un pequeño empujón, aparece el sendero. El suelo es de tierra húmeda y oscura, y está flanqueado por bordes de la misma tierra, pero cubierta con musgo y árboles.

El camino, dice Cea, se fue marcando hace mucho tiempo, cuando los habitantes del pueblo bajaban por ahí grandes troncos de alerce, de los que sacaban la madera para después construir sus casas. "Eran troncos enormes. Se necesitaban hasta 8 personas para poder abrazarlos rodeándolos. Después se prohibió cortar alerces y se empezó a usar el coigüe y el mañío para construir", dice.

Con las huellas de los alerces...

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