Karina Ubeda Historia de una recuperación - 21 de Abril de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 843372241

Karina Ubeda Historia de una recuperación

Corría el agua de la ducha y Karina Ubeda -estudiante de ingeniería comercial en la Universidad de Chile, entonces de 20 años- apenas podía sostenerse en pie. Se había quedado estudiando hasta cerca de las cuatro mañana y era natural, pensó, que estuviera cansada. Pero algo era diferente en el cansancio que sentía de pies a cabeza. Era un cansancio difuso, impreciso y sin límites claros; un cansancio parecido al que siente justo antes de que el cuerpo se quede dormido. Pero tenía una intensidad diferente. Una intensidad que llegaba a doler.Medio dormida, Karina logró tirarse sobre su cama, envuelta en una toalla. Cuando consiguió juntar fuerzas para ir en busca de su ropa, intentó ponerse de pie y, de pronto, cayó al piso. Dos o tres veces intentó pararse, pero su cuerpo no respondía, como si estuviera completamente desconectado de su voluntad. Intentó gritar, pedir ayuda, pero la voz tampoco respondió. Su boca soltó apenas un sonido suave.-Lo único que se me ocurrió, porque no estaba pensando con mucha claridad, fue arrastrarme hasta llegar a mi teléfono, para marcar el número de mi mamá. Pero apenas lo tomé se me cayó de las manos y no podía recogerlo, simplemente no era capaz. Ahí empecé a sentir mucha angustia, mucha desesperación, fue terrible -recuerda a dos años de esa mañana que marcó su vida con un antes y un después.Su perra, una weimaraner de intensos ojos verdes llamada Afrika, le salvó la vida. Es probable que haya oído los ruidos de Karina; tal vez simplemente presintió que algo extraño sucedía. Como sea, se puso a olfatear la puerta cerrada de su dormitorio y a llorar sin parar, hasta que captó la atención de la mamá de la joven.Lo que siguió fue una serie de acontecimientos que se sucedieron como un rayo. Ver a Karina en el suelo, ayudarla a bajar por la escalera desde el segundo piso de la casa hasta el auto estacionado afuera; verla perder la consciencia camino a la clínica, llegar a la urgencia, sorprenderse con el diagnóstico del médico que anunciaba un accidente cerebro vascular producto de una malformación arteriovenosa -algo muy raro en personas menores de 55 años sin factores de riesgo- y verla entrar al pabellón para ser operada de urgencia. Sería la primera de tres cirugías. Sería, también, el comienzo de una nueva vida."Llamen a la tía loca"Karina estaba en una UTI cuando salió del coma inducido y recuperó la conciencia. Recuerda poco de ese día. Pero no olvida el miedo; ese terror que, por las noches, la asaltaba...

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