Los juguetes mágicos de Benjamín Lira - 3 de Junio de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 726619565

Los juguetes mágicos de Benjamín Lira

Cada exhibición de Benjamín Lira resulta capaz de sorprender. La actual, en Sala Gasco, se remonta a sus orígenes como artista. Así, de los dieciocho años de edad ya nos entrega una obra de arte autónoma. Si esta construcción se fundamenta en los objetos encontrados del dadaísmo y los ensamblados del posterior pop art, su título extravagante alude directamente al surrealismo: "Máquina para oír el crecimiento de las plantas". !Con qué eficiencia formal conjuga aquí sus homogéneos elementos esta maquinaria enigmática, fantasiosa, donde el audaz color único la unifica aún más¡

Sin embargo, a ella se agrega mucho más. Son trabajos diversos de distintos años: collage s planos, volumétricos ensamblajes y esculturas de materias heterogéneas, cajas construidas con figuras pequeñas, pinturas sobre soporte insólito. La calidez inventiva del artista, la permanencia lúdica de su propia infancia, la riqueza incansable de los choques tan refinados del color convierten el amplio repertorio de estas obras en verdaderos juguetes mágicos, nacidos en la intimidad de un gabinete personalísimo. Dentro del interés mantenido del nutrido conjunto, valga detenerse en ciertas ejecuciones. Cabría comenzar por los siete integrantes de la serie "Construcciones" (1992-1997). Se trata de collages muy hermosos con cartón y maderas, plenos de colorido y dispuestos en un mismo plano. Aunque no figurativos, sí insinúan arquitecturas, cuya ausencia de perspectiva evoca aromas medievales. Sigue a continuación otra serie (1993-2018), también ligada a la pintura: antiguas pizarras escolares intervenidas con óleo que definen las cabezas y medios cuerpos masculinos, típicos del autor maduro. Unas pocas llevan pegados huesos a modo de nariz. Su atractivo cabría considerarlo menos novedoso que el resto de la exhibición.

En cambio, fascinantes emergen por su fresca inventiva las cajas con objetos. Allí, donde el surrealismo traspasa al pop art, llama la atención la calidad de los viejos materiales, recreados dentro de un nuevo contexto capaz de impregnarlos de ricas significaciones. Muchas merecen ser especialmente destacadas. Empecemos por la protagonizada por un busto femenino casi diminuto e impasible ante la invasión de una araña negra; de 2000-2014, equilibra su efecto terrorífico un frasco con polvo azul vibrante. A su lado, un ábaco infantil (1998) se fusiona con particular encanto con la más adecuada carta de naipe deteriorada. Notemos que a esta realización le bastan solo...

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