Jugar con fuego - 8 de Septiembre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 810993577

Jugar con fuego

El Partido Socialista reunió, finalmente, las firmas requeridas para presentar una acusación constitucional contra la ministra de Educación, Marcela Cubillos. Tras varias semanas de dilaciones, y sin contar con un respaldo cerrado en la oposición, los diputados socialistas decidieron dar el paso. Esto viene a confirmar que el ambiente está muy espeso, y, peor, no hay muchos dirigentes con ganas de salir de allí. Sobra decir que el Gobierno ha aportado con lo suyo, pues resulta difícil negar que las destempladas declaraciones de la vocera Cecilia Pérez (declaraciones que, recordemos, buscaban frenar la acusación) precipitaron los hechos. El Ejecutivo rebajó gravemente los términos de la discusión, y ahora le toca pagar la cuenta.Si se quiere, la acusación constitucional representa el fracaso de la política como instancia de mediación. Si la política es el lugar donde nuestros desacuerdos se manifiestan y procesan, la acusación responde a otro patrón, pues se asume que el diálogo ya no cumple su función. Sobra decir que, en este caso, no hay ninguna razón de peso que justifique avanzar en esta dirección. Marcela Cubillos es enérgica, tiene agenda y defiende con fuerza sus convicciones, y es posible incluso que su estilo desagrade a muchos. Sin embargo, nada de ello justifica una acusación constitucional. La gravedad de esta medida queda bien ilustrada en la pregunta que debe responder el Senado en caso de que el libelo sea aprobado en la Cámara Baja: ¿Marcela Cubillos es culpable o inocente? No se trata de determinar si la ministra está equivocada, ni evaluar la calidad o pertinencia de sus argumentos, sino que debe juzgarse su eventual culpabilidad. Por lo mismo, la pena es especialmente severa (prohibición de ejercer cargos públicos por cinco años).Desde luego, el PS siempre podrá decir que esta herramienta ya ha sido utilizada, y no le faltará razón. Hay precedentes en la materia, aunque nadie debería sentirse muy orgulloso de ellos. Yasna Provoste y Harald Beyer -ambos, titulares de Educación- fueron destituidos por motivos más que discutibles, y la derecha fue la primera en apretar el gatillo. En los dos casos se escogió este camino para resolver momentos de alta tensión, pero dificulto que haya alguien dispuesto a sostener hoy que Provoste y Beyer eran culpables y que merecían la pena correspondiente. Así, el instrumento se ha banalizado, y, de hecho, ambos sectores han presentado múltiples acusaciones como modo de zanjar desacuerdos...

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