Juan Villoro escribe sobre su padre:
"Los intelectuales no deberían tener hijos", le dijo una amiga al escritor mexicano Juan Villoro mientras volaban en un avión por México. Se habían encontrado por casualidad y ella tenía cosas que contar: viuda de un escritor y parte del mundo del arte, la relación que mantenía con su hijo estaba por volverse violenta. Ya no era posible la reconciliación, precisó. Luego aludió a la incapacidad casi estructural de los intelectuales, y también artistas, de mantener relaciones sanas con sus hijos: demasiado egoístas y demandantes, generaban un ambiente tóxico. Villoro había escuchado decenas de historias de hijos de escritores y pintores que despreciaban a sus padres. Él mismo, un intelectual consagrado, tenía una hija y, acaso peor, era hijo de un filósofo solitario y especialmente impenetrable."Podría pensarse que quienes nacen en un entorno donde se cultivan la sensibilidad y el pensamiento disponen de cierta ventaja para su vida futura. Sin embargo, el privilegio de crecer rodeado de libros e ideas también implica crecer rodeado de varias formas de neurosis", escribe Villoro en su nuevo libro, "La figura del mundo", aludiendo a su experiencia como hijo de Luis Villoro Toranzo, un respetado filósofo mexicano, también embajador en la Unesco y finalmente consultor ideológico del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Un hombre público que, en casa, se tendía en el sofá por horas y, obligado a explicar qué estaba haciendo, decía lo evidente: "Estoy pensando".Recién llegado a Chile, "La figura del mundo" es un volumen con el que Villoro suma un género clásico: es un libro sobre su padre. Y aunque muchas veces detalla las actividades laborales y públicas de ese hombre llamado Luis Villoro, sobre todo el autor de "El testigo" elabora una investigación íntima en su memoria para comprender quién era su padre. O cómo era. Porque ese filósofo que cuando niño le contaba historias de sumerios, los egipcios y los griegos en vez de cuentos infantiles, era un hombre introvertido, nunca cariñoso y, que en opinión de muchos, había establecido un muro ante el mundo: adentro, estaban él y sus libros. "Me pregunto si la figura paterna me interesaría tanto en caso de haber tenido un padre más abierto y sociable, alguien que no tuviera que ser indagado", escribe Villoro."El Padre Nuestro es la oración más conocida de Occidente, y 'Pedro Páramo', de Juan Rulfo, la principal novela de México, es una búsqueda del padre. Sobran ejemplos para sumar a la lista de este tipo de libros. Se trata de un tema eterno e inagotable. No hay nada más misterioso que un ser querido", dice Villoro en un...
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