Un joven para Cleopatra y la historia de las drag queens - 30 de Marzo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 631740325

Un joven para Cleopatra y la historia de las drag queens

Así, fueron actores adolescentes como William Ostler, Alexander Cooke, Nataniel Field y John Underwood los que estrenaron papeles femeninos como Julieta y Rosalinda. Por cierto, no siempre eran niños con voces blancas los que interpretaban ciertos roles -habría sido horrible pensar en uno así para Gonerila ("Lear"), por ejemplo, o para Volumnia ("Coriolano"), señoras duras-, sino que se encargaban a "hombres jóvenes y fuertes con voces ya quebradas", seguramente capaces de desplegar una voluptuosidad madura y pasiones menos inocentes. Debe haber sido el caso también de quienes interpretaron en esos años a Cleopatra.

El gran problema para encarnar a la Cleopatra de Shakespeare es que no se sabe quién es realmente. Casi no sabemos qué siente ni qué piensa. Suponemos de ella muchas cosas: su rara belleza, su lujuria, su inteligencia, sus ansias de poder, la necesidad de trascendencia. Creemos -llegamos a jurar- que ama intensamente a Antonio, y al parecer es así, pero ella conoce los profundos defectos de su hombre y mantiene por él una fascinación sin límites, elaborando intrincados discursos para, tras pisotearlo, elevarlo a las alturas a pesar de todo. Él será un dios por voluntad de Cleopatra.

Antonio, fuerte como ella, eróticamente subyugado por ella, se presenta en esta obra como una estrella en declinación; en cambio, la reina de Egipto triunfa en toda circunstancia. Aun en la muerte. Su apoteosis tiene lugar tras el suicidio de Antonio y su propio suicidio es una suerte de gran escena preparada en detalle, el mayor montaje para esa actriz que resulta ser Cleopatra en escena. Ella se autorrepresenta y revisa su personaje en cada línea, lo mejora, lo amplifica. Todo, a través de un lenguaje sonoro, a veces rebuscado, frases que subrayan un sentido de superioridad que no se altera ni ante la posibilidad de pérdida de su amante ni ante el juicio público que la espera si es hecha prisionera por Octavio: "(...) Y yo veré alguna Cleopatra gritona haciendo niñerías de mi grandeza. En la postura de una puta". Ella no lo permitirá. Helen Mirren fue una gran Cleopatra para la Royal Shakespeare Company (1982) y, travestido, Mark Rylance -quien obtuvo el Oscar a Mejor Actor de Reparto este año por el filme "Puente de espías"- puso a...

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