Jackson, el joven lírico - 7 de Agosto de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 908432374

Jackson, el joven lírico

Giorgio Jackson nos ha informado que su generación posee una inédita escala de valores, muy distante de las precedentes. Junto con agradecerle al ministro la generosidad de estar dispuesto a gobernarnos -no debe ser fácil lidiar con seres impuros como nosotros-, es posible extraer algunas conclusiones de su extraña confesión. Desde luego, nunca debió decir lo que dijo; aunque todos sabemos que, si hay una idea en el corazón del Frente Amplio (FA), es esta: un puñado de elegidos ha venido a iluminarnos. Al verbalizar aquello que debe callarse, exacerbó las dificultades que enfrenta el Gobierno.La primera -y más evidente- guarda relación con sus socios, que fueron protagonistas de ese pasado que se denosta. Sin el Socialismo Democrático, el Gobierno apenas alcanza un cuarto de la Cámara y un décimo del Senado. Esos números no bastan para gobernar, y ni hablar de transformaciones profundas. Por lo mismo, el Presidente ha insistido una y otra vez en trabajar con vistas a tener una sola coalición, capaz de brindar gobernabilidad. Eso exige construir confianzas, escuchar, y evitar los roces innecesarios. Con una frase, Jackson echó por la borda todos los esfuerzos realizados en esa dirección. El eje PS-PPD está en el Ejecutivo porque sus votos eran necesarios, pero se les desprecia. Además, no se trata de un desprecio cualquiera: es un desprecio de orden moral. Si alguien podía abrigar alguna ilusión sobre las intenciones del FA respecto de la vieja Concertación, supongo que esta semana se ha disipado. La centroizquierda solo podrá sobrevivir si se sacude el complejo de inferioridad, y gana el respeto de los más jóvenes (respeto que, recordemos, perdió el 2011, cuando abdicó de su historia).Ahora bien, las palabras de Jackson revelan otro problema del oficialismo, quizás más grave que el anterior. Las palabras del ministro retratan a una generación, la generación lírica. Los líricos se observan a sí mismos y se gozan en la contemplación de sus virtudes. Los líricos son inocentes y no soportan no ser reconocidos como tales. De allí, por ejemplo, el lugar que le asignan a la dimensión performativa: ellos son el centro; y nosotros, simples mortales, debemos (ad)mirarlos. Consideran todo lo antiguo como corrupto y se sienten portadores de un nuevo evangelio, de una nueva legitimidad que nadie puede disputarles; es más, que nadie está habilitado a disputarles -Sergio Micco sabe algo de esto-. Dada su pureza original, miran con espanto un mundo que...

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