La irresponsabilidad de una senadora - 7 de Junio de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 844955150

La irresponsabilidad de una senadora

Esta semana hubo un hecho de extraordinaria gravedad que ha pasado casi desapercibido, sin causar escándalo o sorpresa alguna. Y es que el coronavirus parece tener un efecto hipnótico que impide prestar la debida atención a cualquier otra cosa.¿Cuál es ese hecho al que hay que atender?Se trata de las declaraciones vertidas por la presidenta del Senado, Adriana Muñoz, quien en medio del debate por el posnatal y mientras se discutía la constitucionalidad del proyecto, algo exasperada declaró:"Prefiero cometer un sacrilegio con la Constitución y ser destituida como senadora que, de verdad, pasar por sobre una demanda urgente que tienen las madres y los padres hoy (...). Para mí la humanidad es mucho más fuerte, mucho más imponente que estos debates...".Al declarar eso la senadora no solo estaba desconociendo sus deberes como presidenta de la corporación (lo que es tan obvio como grave), sino que, y esto quizá sea más relevante, estaba desconociendo sus deberes como política, como integrante del Congreso y partícipe del sistema democrático.El primer deber de una política, en la democracia, y también claro de un político, es respetar las reglas que los ciudadanos se han dado para la disputa pacífica por el poder y para decidir qué intereses merecen ser acogidos y cuáles no y cómo. Esa es la función de una Constitución. Distribuir las competencias entre los órganos del Estado (o sea, establecer a quién le corresponde qué) y trazar límites a la iniciativa de las fuerzas políticas con prescindencia de los propósitos que ellas persigan. Pero la senadora, desgraciadamente, parece creer que basta la justicia material de los ideales en los que ella cree, para que entonces las reglas constitucionales dejen de tener valor. Basta entonces, piensa ella, estar persuadido o persuadida de la justicia de los intereses que se promueven (en este caso, las demandas de los padres o un sentimiento humanitario) para que entonces nada más valga.Se trata de un severo error de la senadora que ella debiera, prontamente, corregir.Basta imaginar lo que se diría de un policía o de un juez que declarase estar dispuesto a incumplir la ley, ¿alguien aceptaría que ese policía o ese juez siguiera desempeñando su cargo?Por supuesto que no. ¿Por qué entonces aceptarlo de quien ejerce la presidencia del Senado?La democracia descansa sobre algo que la literatura (basta dar un vistazo a Weber, Luhmann o Bobbio) llama legitimidad procedimental. Las decisiones que afectan a todos son...

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