La intimidad desvelada de Mario Góngora - 23 de Junio de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 442468722

La intimidad desvelada de Mario Góngora

Su pulcra erudición y su reflexión metódica y aguda habían establecido su reputación temprana, dentro y fuera de Chile, con estudios de un amplio rango que iban desde la historia colonial hispanoamericana a la historia de las ideas en Europa, desde cuestiones muy precisas a obras de síntesis.

Documento y testimonio

En una entrevista de 1983 con Simon Collier, el "chilenista" inglés, para una revista estadounidense, Góngora le señalaba que el período decisivo de su biografía intelectual estuvo "entre 1931 y 1943, los años de juventud para aquellos que nacimos entre 1914 y 1919". Él, nacido en 1915, entre sus 19 y 22 años de edad (de 1934 a 1937), cuando era estudiante de Derecho en la Universidad Católica, llevó un "Diario", cuya publicación ahora, en edición de Leonidas Morales (quien ya había editado el imponente diario de Luis Oyarzún), permite ciertos vislumbres del siempre reservado e incluso tímido Mario Góngora.

Llevar un diario parece una buena práctica para los intelectuales y, cuando menos, una buena terapia para todos los demás. O bien, como señala Mircea Eliade en su propio diario, "Un diario interesa siempre; es a la vez un documento y un testimonio".

En la incierta categorización de los diarios hay diarios largos y breves; hay diarios de toda una vida y los de un momento particular; hay diarios "exteriores" (en los que pasan cosas y hay saludable indiscreción respecto de terceros) y los introspectivos. El de Góngora es un diario largo, limitado (los años de una o varias crisis) y más bien "interior". Está fundamentalmente conformado por sus lecturas y angustias personales.

El primer año sólo menciona sus lecturas, ya desde el segundo las comenta y hace citas (especialmente en francés). La cantidad de libros es impresionante. Según informa Patricia Arancibia en "Mario Góngora en busca de sí mismo" (1995), quien tuvo un acceso restringido a este diario, en 1935 Góngora habría leído 268 libros (153 en 1934, 200 en 1936 y 45 en 1937). Y son libros que consideran Aristóteles, Maquiavelo, Leibniz, Lavisse, todos los tomos de "Juan Cristóbal", de Romain Rolland, o Proust. Lee en francés e inglés, estudia entonces latín (más tarde estudiará alemán). Estudia Derecho sin interés, pero es el mejor alumno de su promoción, aunque nunca hará todos los trámites para titularse.

En lo íntimo son recurrentes sus cuestionamientos religiosos y amorosos. Tiene retiros y directores espirituales -Juan Salas primero, después Francisco Vives y luego Valentín Panzarasa-, e incluso piensa seriamente en el sacerdocio. En cuanto al amor, es de una candidez conmovedora: mira a las mujeres amadas, muy pocas, tres o cuatro; se sube en los mismos transportes que ellas, pero no les habla, o cuando lo hace se siente inseguro. Es, o se siente, feo. Defiende en un momento el amor platónico (15 de agosto de 1935), pero la inquietud amorosa se convierte en "angustia": el 29 de noviembre de 1937, en la penúltima entrada del diario, habla de su "primera unión" sexual.

Habla de algunas personas, pero poco. Así, por ejemplo, de la amistad y separación de Tomás Allende (padre de la escritora Isabel Allende). El 15 de agosto de 1934 cuenta que Julio Fernández, su mejor amigo en la universidad, tomó los hábitos; en agosto de 1936 cuenta que se ha vuelto loco en el Seminario. O de su amistad con Manuel Arellano, su "único amigo", quien parte a Nueva York el 8 de junio de 1937 y lo insta a viajar a él. La última entrada del diario es en diciembre de 1937. En marzo, Góngora marcha a París.

Política

Sobre el itinerario político de Góngora hay una especie...

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