La intimidad de Catalina Saavedra - 6 de Diciembre de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 336729674

La intimidad de Catalina Saavedra

Raquel no fue hosca ni tímida, ni callada hasta la exasperación, sólo porque sí.

Tenía razones, insiste Catalina, mientras su mirada se escapa por la ventana.

Raquel había sufrido: correteando, desde pequeña, por las salitreras del norte, su único juguete fue el desierto.

La maltrataron. La dejaron a su aire, entre la miseria. En el norte pobre, con siete hijos, una mujer no tiene miramientos, su única meta es alimentarlos. Así fue con su madre.

Raquel se hizo a puro viento y a pura soledad.

Y, un día, se convirtió en nana, en una casa del barrio alto de Santiago. Y, otro día, se transformó en "La Nana".

Y, aún otro -en medio de grandes honores- fue nominada al Globo de Oro en Hollywood.

Y Catalina Saavedra, considerada la mejor actriz de su generación en Chile, supo que había estado en lo correcto.

Dos años después, dice:

-Yo la hice. Me pasaron el libreto y la terminé de hacer. Porque, ¿cómo la representaba a ella si no le construía un pasado? Pasé días, semanas, meses, mirándola, escuchándola, oliéndola. Me imaginé su infancia pobre. Su soledad, su desamparo. El abandono. Sin suficiente comida, con un desfile de hermanos en hilera y una mamá sobrepasada. Y empecé a escuchar sus silencios, más que ninguna otra cosa. Ahí apareció Raquel en toda su dimensión. La vi claramente en el desierto, primero en las salitreras, después, cerca de la tierra de la Erika Olivera.

Catalina Saavedra, dice, le debe mucho a Raquel, "La Nana", el personaje clave de una de las películas chilenas de mejor crítica nacional e internacional en muchos decenios. Pero Raquel, esa nana sufrida y hosca, le debe aún más a ella: haber emergido del papel para tomar forma humana.

Construir el pasado -la vida misma- de cada personaje para dotarlo de cuerpo y alma constituye el "Método Catalina Saavedra". Uno, que esta actriz aplica cada vez que el teatro, el cine -o, en otros tiempos la televisión- le entregan un rol.

-Yo "esculpo" los roles con un método que inventé. Agarré todo lo aprendido y le sumé las enseñanzas de Stanislavsky. Me di cuenta de que si no, los personajes salían de mentira. ¿Quién era "La Nana"? ¿Cómo era su familia, su infancia, dónde vivía? ¿Cómo es Gladys, la mujer con Asperger que haré de nuevo en el Teatro a Mil este enero? ¿Sufre, goza, tiene pololo? ¿Qué le gusta a Gladys? ¿Dónde compra? No puedes actuar un personaje si no sabes absolutamente todo sobre él. Como eso no viene en ningún guión o libreto de este mundo, yo lo invento.

Aplica su método en el cine, una técnica artística que para ella, "es la máquina de coser", y en teatro, que, a sus ojos, "es la bordadora". Un oficio artesanal que ella, que lleva la actuación en el alma, privilegia por sobre todos los demás. A pesar de que ya sobrepasó la veintena de películas y de que es una de las actrices más cotizadas por cineastas de todas las generaciones. A Catalina le gusta el crujir de las tablas del escenario, el efecto dominó que se produce cuando alguien pierde una línea. "El teatro es pura artesanía. Es difícil, vertiginoso, adrenalínico. En todos los otros formatos puedes equivocarte, en teatro no. Es una coreografía, con verdad, contenido, emociones. Mágico, porque uno muchas veces entra enferma y sale sana: actuar recarga, es un golpe de energía sanadora".

Ella ha observado casos emblemáticos. "Alguna vez vi a Bélgica Castro y a Ana González llegar encorvadas al teatro y, en escena, convertirse en mujeres potentes para proyectar un vozarrón que nos dejó a todos helados. Actuar es milagroso, igual que cantar en un escenario: equivale a inyectarse".

Pero a Catalina Saavedra, quien nació en Playa Ancha en enero de 1968, la fama y la carrera le importan menos que las...

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