Intervención en el conflicto libio - 21 de Marzo de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 261780370

Intervención en el conflicto libio

Este paso ya había sido solicitado varios días antes por la propia Liga Árabe, y cuando ya se podía pensar que, pese al considerable peso moral y político de tal petición, no la seguiría ninguna acción concreta, ésta se produjo enérgicamente.

Estas operaciones significan un respiro para la mayoría rebelde que inició su levantamiento el mes pasado, pero tienen una delicadísima complejidad para las potencias participantes en el establecimiento de las zonas de exclusión aérea. Se trata de una acción militar en un país musulmán en el que EE.UU. -dadas las experiencias en Afganistán e Irak- no despierta simpatía. Por eso, el Presidente Obama fue enfático al recalcar que se está actuando bajo un mandato de la ONU, que no habrá despliegue de tropas estadounidenses y que el involucramiento será de "días, no semanas", según informó "The New York Times". Asimismo, en esta oportunidad el protagonismo ha recaído en Francia y Gran Bretaña, dando a entender que ésta no es una iniciativa estadounidense. Además, "Odisea del Amanecer" es una operación humanitaria y entre sus objetivos no contempla el derrocamiento de Jaddafi.

No pocos han criticado la demora en intervenir, pero la resolución de la ONU no fue unánime, ya que se aprobó por 10 votos contra cero, pero con la abstensión de Brasil, India, Alemania, China y Rusia, en una clara muestra de cuán divididas están las posiciones frente a la crisis libia -y, probablemente, ante la eficacia de esta clase de medidas.

Tras la Guerra del Golfo, EE.UU., Francia y Gran Bretaña -sin el respaldo de la ONU- establecieron zonas de exclusión aérea en el norte y el sur de Irak, que duraron hasta 1996 y 2003, respectivamente. Y en 1992, en el marco de la guerra intestina que desmembró a la ex Yugoslavia, el Consejo de Seguridad autorizó una zona de exclusión aérea para la república de Bosnia-Herzegovina, que duró hasta 1995. En ambos casos, esas intervenciones evitaron que las masacres alcanzaran cifras aún mayores, pero no impidieron que Hussein y Milosevic se mantuvieran en el poder, con todos los costos que eso implicó para sus países.

Por eso, sería deseable que el caso libio -además de proteger a la población civil del ataque de Jaddafi- sirviera para definir criterios claros y permanentes de intervención, que eviten dilaciones como las que en 1994, por ejemplo, permitieron el genocidio de Ruanda.

Entretanto, el mundo asiste a la situación, no vivida después de 1945, de que un Estado ribereño declare que todo el...

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