Intercambio gratuito - 17 de Octubre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 584975742

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A las 6:10 del 12 de octubre, Angus Deaton, un economista de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), le respondió el teléfono a una voz sueca. El comité del Nobel le había otorgado el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas "por su análisis sobre consumo, pobreza y bienestar". El premio celebra toda una carrera, en la que ha utilizado datos para revocar suposiciones descuidadas, ha reimaginado cómo medimos el mundo y entrelaza la macroeconomía y la microeconomía. Incluso hay una paradoja que lleva su nombre.

El profesor de 69 años estaba trabajando en temas de pobreza e inequidad mucho antes de la crisis económica. Ha investigado sobre cuánto más comen los pobres cuando tienen más ingresos, qué tan bien asegurados están cuando disminuyen sus ingresos y, en general, la relación entre salud e incremento de los ingresos. Enmarca el tema de la inequidad como un producto del éxito, para que exista en los que no lo tienen. Debe haber exitosos, pero no es un defensor de la elite. En cambio, piensa que excavar en la información reveló cómo ayudar a los millones de personas que se han quedado atrás para ponerse al día.

Aunque su trabajo en inequidad capta la mayor atención, el comité del Nobel también destacó un par de sus contribuciones anteriores. La primera fue por su trabajo en transformar la forma en que los economistas estiman la demanda. Saber cómo las personas responden a los cambios de precios es crucial para entender los efectos de los ajustes de impuestos de los gobiernos, la promoción de productos en supermercados y similares.

Antes de que apareciera Deaton en escena, los economistas usaban modelos simples que hacían suposiciones rígidas sobre los patrones de consumo de las personas. Pero ante una inspección más cercana, resultó que las proyecciones en estos modelos eran inconsistentes con la información de la vida real.

Deaton salió al rescate. Junto con un colega, John Muellbauer, propusieron una nueva forma de modelar el problema. Su modestamente llamado "Sistema de demanda casi ideal (AID)" tenía la belleza de ser simple de estimar, pero sin las rígidas presunciones que fueron la perdición de los antiguos métodos. Por ejemplo, en los modelos anteriores se asumía que la demanda se incrementaba a la par del ingreso, sin importar cuán rica era la persona. El nuevo enfoque permitió respuestas diferentes según el nivel de ingresos, por lo que el aumento salarial de 1% podría aumentar la demanda de avena en 2% para un...

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