Inteligencia artificial: ¿un antihumanismo radical? - 30 de Agosto de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 847541591

Inteligencia artificial: ¿un antihumanismo radical?

Podía parecer una noticia de otros tiempos, futuros y hasta ficticios; pero son los nuestros. El 17 de agosto, distintos medios de comunicación informaron de una protesta nacional en Gran Bretaña contra el nuevo sistema de notas. Según un artículo de Deutsche Welle, debido a la pandemia de covid-19, unos 300 mil estudiantes británicos fueron liberados de rendir sus exámenes finales y recibieron sus resultados a partir de las evaluaciones de los profesores. El problema es que esos resultados fueron corregidos por un algoritmo, a partir de criterios estadísticos que buscaban acercar las notas a las de los años anteriores. Eso redundó en que casi el 40% de la notas bajaron respecto de la evaluación de los profesores, sobre todo entre los estudiantes de barrios más pobres. Algunos alumnos perdieron la posibilidad de entrar a la universidad, o al menos a la que querían. "!Un algoritmo decide sobre mi futuro¡ Estoy enojada", se leía en un cartel. "Confíen en nuestros profesores", decía otro. El gobierno terminó por darles la razón a los estudiantes y derogó el nuevo modelo de evaluación.Sobre esos tiempos, nuestros tiempos, fascinados con los avances de la revolución digital y particularmente con la inteligencia artificial, busca advertirnos, y hacernos pensar y actuar, el filósofo francés Éric Sadin (París, 1973). Autor de ensayos como "La humanidad aumentada" y "La silicolonización del mundo", Sadin vuelve a las librerías chilenas con "La inteligencia artificial o el desafío del siglo" (Caja Negra), libro en el que, como señala el subtítulo, hace la anatomía de "un antihumanismo radical".Lo ocurrido en Gran Bretaña perfectamente pudo ser parte del libro. A partir del desarrollo de la inteligencia artificial, especialmente en los últimos diez años, Sadin identifica un cambio en el estatuto o esencia de las tecnologías digitales: si hasta ahora habían sido prótesis de nuestras capacidades, como el cálculo o el almacenamiento de informaciones; hoy, gracias a la gigantesca masa de datos nuestros que recogen y procesan, segundo a segundo, son capaces de conocernos (supuestamente) y decirnos qué hacer de acuerdo con nuestros gustos y necesidades.Los ejemplos más a la mano, aparentemente menos lesivos, son las aplicaciones que nos sugieren qué ruta tomar, a qué restaurante ir o qué ropa usar. Pero no tanto más allá en la pendiente, Sadin muestra la intromisión de los algoritmos en la medicina, para diagnosticar enfermedades e, incluso, en algunos lugares de Estados Unidos, para prescribir tratamientos. O lo que ya ocurre en las "empresas 4.0", usinas automatizadas, como Amazon, en las que los movimientos de los trabajadores son monitoreados para luego indicarles qué hacer y cómo hacerlo, siempre...

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