Ínsulas forasteras. Canarias desde miradas ajenas. - Núm. 51, Junio 2009 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 632229105

Ínsulas forasteras. Canarias desde miradas ajenas.

AutorSerrano, P
CargoRese

Ínsulas forasteras. Canarias desde miradas ajenas. Verbum, Madrid, 2009. 310 páginas. I.S.B.N.: 978-84-7962-449-1. Autores: Victoria Galván González, José Ismael Gutiérrez Gutiérrez, Ángeles Mateo del Pino, Francisco Quevedo García y Osvaldo Rodríguez Pérez.

Confieso que cuando en noviembre del pasado año mi amiga Ángeles Mateo del Pino me adelantó el proyecto que alentaba con otros compañeros de la Facultad de Filología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria--Victoria Galván González, José Ismael Gutiérrez, Francisco Quevedo García y Osvaldo Rodríguez Pérez-, mi primera reacción fue la de apoderarme del mismo, para destinarlo a las planas de Verbum y fijarlo en nuestro catálogo como una suerte de buque insignia de tantos sueños que yo mismo había soñado.

Y era natural que fuera así porque en la primera descripción que Ángeles me hizo del libro, para entonces prácticamente terminado, y de la posterior lectura de sus originales, descubría en sus planteamientos, en los puntos de vista adoptados, en la intelectualización y en la recuperación de las disímiles voces que los habían convocado, un relato paralelo, una invitación semejante a las que habían despertado en mí otras aventuras de la imaginación forastera, que, en su momento, también detuvieron su mirada en una isla, otra isla, más allá de la Mar Oceánica, en una Cuba, primero Juana, soñada también con intensidad, temerariamente inventada, levemente banalizada, pero que, paradójicamente, desde la fascinación y la extrañeza de aquella mirada habrían de influir en el lento proceso de elaboración de una siempre nerviosa identidad insular.

Compartimos canarios y cubanos esa misma hiperestesia con que nuestra condición insular nos ha dotado. Ese mismo malestar que el horizonte de agua nos impone. Esa misma desazón que nos impulsa desde la luz y del fervor solar a soñar antípodas nieves, oscuras praderas para permanecer, al fin, en el sitio en que mejor se está.

Pero es también esa suma de condicionamientos la que despierta en nosotros, los insulares, la curiosidad y la querencia por la mirada ajena. La que, como adánica, se posa y traza un rasgo, la que veloz revela un signo. La que nos completa o hace otro. Inquirimos los insulares por los indicios que muestran insospechadas presencias y sorprendentes ausencias. Las adunamos todas, aunque no siempre nos convenzan; incluso las que nos repugnan las metemos en el saco. Total, al final, terminamos definiéndonos como mejor nos plazca. En...

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