La incombustible devoción de los bailes chinos por la Virgen de Andacollo
Ellos son quienes han mantenido vigente por siglos una tradición de origen indomestiza que hunde sus raíces estéticas y espirituales en el siglo XVI. Para los promeseros del Norte Chico, específicamente en Coquimbo, los días 25 y 26 de diciembre son los más importantes del año, pues pueden saludar a la Virgen de Andacollo.
Tal es el valor cultural e identitario de los bailes chinos, que la Unesco los incluyó hace un año en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Son, sin embargo, casi imposibles de clasificar; son una expresión cultural y también una práctica religiosa, justamente, porque en su sincretismo se funden la religiosidad y la cultura populares.
Su autonomía ha sido clave en su sobrevivencia hasta el día de hoy. Pero esa misma resistencia ante las estructuras jerárquicas -religiosas o políticas- los ha debilitado en Andacollo.
Hoy son una minoría y su sonoridad ritual está siendo acallada por agrupaciones nuevas, que se han sumado en las últimas décadas, con bombos, cajas y platillos.
Competencia ilegítima
Los chinos son músicos y atletas. Dominan una técnica muy particular de la flauta, heredera directa de los pífanos precolombinos. Y esos pitos los tocan al mismo tiempo que hacen saltos, giros, flexiones y movimientos de piernas, siempre buscando el mayor virtuosismo posible. Lo hacen durante horas.
Su música no es melódica, pues el timbre es lo que importa: la masa armónica que producen debe conducirlos a un trance. Y ese momento se conjuga con las décimas de cierre, a cargo del alférez, quien domina el canto a lo divino y la improvisación.
Música y palabras que, paradójicamente, casi no pueden oírse en su propia fiesta, la de Andacollo, según alerta el antropólogo Rafael Contreras Mühlenbrock, coautor con Daniel González Hernández de toda una enciclopedia de 870 páginas sobre los chinos del Norte Chico, "Será hasta la vuelta de año" (descargable en Baileschinos.cultura.gob.cl).
"En Andacollo participan unos 120 bailes religiosos. Hay 22 bailes chinos adscritos a la fiesta, y de esos llegan unos 15 cada año. Todos los demás son danzas modernas", asegura.
Estas últimas son comparsas de entre 40 y 60 personas, que no dominan el canto a lo poeta. Tienen un cuerpo de baile y uno musical; no hacen las dos cosas simultáneamente. Son un conjunto de instrumento grueso: tocan bombos, cajas y tambores, todo junto. Por eso su sonoridad es pesada. Suenan como una banda militar, con una percusión reiterativa, sin las "mudanzas"...
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