Incluye en la promulgación de las leyes, a los Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados. - Proyectos de Ley - Iniciativas legislativas - VLEX 914512985

Incluye en la promulgación de las leyes, a los Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados.

Fecha16 Junio 2010
Número de Iniciativa6993-07
Fecha de registro16 Junio 2010
MateriaPRESIDENTE DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS, PRESIDENTE DEL SENADO, PROMULGACIÓN DE LA LEY
Autor de la iniciativaNavarro Brain, Alejandro, Rossi Ciocca, Fulvio
EtapaPrimer trámite constitucional (Senado) Primer informe de comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento
Tipo de proyectoReforma constitucional
Cámara Legislativa de OrigenSenado,Moción

Boletín Nº 6.993-07


Proyecto de reforma constitucional, iniciado en Moción de los Honorables Senadores señores Navarro y Rossi, que incluye en la promulgación de las leyes a los Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados.


I. Presidencialismo


Se denomina presidencialismo o sistema presidencial a aquella forma de gobierno en el que, constituida una República, la Constitución establece una división de poderes entre el Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y el Poder Judicial y en la que el Jefe del Estado, además de ostentar la representación formal del país, es también parte activa del poder ejecutivo, bien en calidad igual al de Primer Ministro o Presidente del Gobierno, ejerciendo entonces una doble función, bien porque se reserva facultades propias del Gobierno. La república democrática presidencialista más conocida en la historia contemporánea es Estados Unidos.


En el presidencialismo, la separación de poderes es más bien rígida o tajante. En este caso, no existen mecanismos de control entre los poderes del Estado, mecanismos que podrían llamarse "clásicos" o "directos", ni tampoco mecanismos de revocatoria mutua de los mandatos obtenidos: En síntesis, allí los organismos del Estado están condenados a vivir juntos en el sistema. Es por ello que dichos regímenes políticos han desarrollado mecanismos de pesos y contrapesos entre los órganos del estado, buscando así evitar que alguno de ellos adquiera una ilegítima preponderancia sobre los otros, riesgo particularmente frecuente entre los llamados poderes Ejecutivo y Legislativo.


El primer caso al cual hemos hecho referencia se da especialmente en los llamados regímenes presidenciales o de tendencia presidencial. El régimen presidencial se caracteriza en particular por:


Un Jefe de Estado que es al mismo tiempo Jefe de Gobierno, pues promulga las leyes, dirige la política interna o externa de la Nación y nombra a sus asesores prácticamente sin interferencia alguna de otro poder del Estado. Esto es a lo que la doctrina denomina Ejecutivo Monista, a diferencia del parlamentarismo o sistema parlamentario, donde el ejecutivo es dual.


Independencia entre los órganos que desempeñan las funciones ejecutivas y legislativas, que proviene inclusive de la propia elección de los mismos por el pueblo, a través del sufragio directo.


Un Órgano Legislativo, llamado Congreso, que aprueba las leyes, pero que no tiene injerencia directo en el Gobierno de la Nación. La cooperación con el Ejecutivo es muy puntual y sin implicar dependencia alguna.


Al Presidente se le considera responsable de la administración pública, del orden público, de la orientación económica y de las relaciones exteriores. Propiamente, el Presidente concentra en sí al gobierno y delega lo que juzga delegable, preside el consejo de ministros y coordina tanto al gabinete como las relaciones con el Congreso Nacional.

Este sistema es propio de los países latinoamericanos y africanos, sin embargo existen presidencialismos en los demás continentes, en el caso de Europa, el presidencialismo es casi nulo.


En el presidencialismo el Presidente nombra a los ministros como lo cree conveniente.


II. El presidencialismo en Latinoamérica


El Presidente en América Latina se ha convertido en el centro del poder político, de la integración nacional, de la orientación del Estado y de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo ha encarnado la tradición cultural, los valores y los consensos sociales, tanto que los ensayos inclinados al parlamentarismo, no han sido exitosos.


Con motivo de la caída de los regímenes autoritarios en la década de los ochenta, se recrudeció el debate sobre la reducción del presidencialismo y la transformación al parlamentarismo europeo en varios países, especialmente en el Cono Sur.


Simétricamente, al crecimiento del Poder Ejecutivo ha correspondido un debilitamiento del Legislativo y del Judicial, lo que históricamente ha desembocado en autoritarismo. A falta de fortaleza del legislativo, que tiene legalmente un papel muy restringido, el Presidente ocupa casi todo el espectro político, mientras que la asamblea nacional fundamentalmente se limita a ser el espacio de la representación de intereses y partidos, elegidos a la proporcional, y de tramitación de las leyes.


En Chile, como veremos, sucede esto, lo que provoca que la promulgación de las leyes, acto solemne en que el Estado manifiesta públicamente que un acto del poder legislativo ha nacido a la vida del derecho, acto además utilizado por aquella autoridad para que el Ejecutivo se manifieste como principal impulsor de las leyes (muchas veces en desmedro de la labor del legislativo), sea sin participación del Senado y de la Cámara de Diputados.


III. Características


Interrelaciones entre poderes que favorecen al ejecutivo. Aunque en las constituciones la separación de poderes esté escrita, en la práctica domina el ejecutivo.


Inexistencia del federalismo, por lo que no hay separación ni equilibrio horizontal y vertical del poder. El centralismo significa superioridad del ejecutivo presidencial en todas las relaciones de poder.


Posibilidad de reelección en varios países, lo que mantendría el caudillismo tradicional, la permanencia de las élites políticas y entra baria la renovación política.


Inamovilidad política del Presidente durante su periodo de gobierno, imposible de variar porque ni el congreso puede cambiar al ejecutivo ni éste puede disolver al congreso, lo que produce parálisis institucional.


Representación únicamente de intereses y regiones en el congreso, imposibilidad de formar bancadas decisorias e indisciplina partidista. Partidos débiles, fragmentados e indisciplinados, dependientes del ejecutivo, sin jerarquización ni estructura interna.

Iniciativa presidencial predominante en la presentación de proyectos de ley y exclusivismo en ciertas materias como presupuesto e impuestos. Amplias facultades del Presidente para determinar el desarrollo económico, la política fiscal, las obras públicas, las políticas sociales, las empresas públicas y la planificación.


Irresponsabilidad política del Presidente y sus ministros ante el Parlamento (realmente no rinden cuenta a la asamblea nacional).


Dependencia exagerada del estado hacia el presidente, lo que aunado al clientelismo político produce gobiernos y burocracias ineficientes, corrupción y desajuste fiscal.


Fácil aplicación del estado de excepción por parte del Presidente, con limitaciones al Parlamento y a los derechos fundamentales.


IV. Parlamentarismo y Presidencialismo en Chile


Luego del término de la revolución contra Balmaceda, Chile vivió-entre 1891 y 1925- una etapa conocida como República Parlamentaria, en la que el predominio político del Congreso Nacional fue absoluto e indiscutido. La otra poderosa figura del Presidente de la República quedó reducida a la de un mero árbitro que buscaba componer las relaciones entre los distintos partidos políticos. En esas condiciones, fue imposible que los gobiernos que se sucedieron materializaran los proyectos que se habían propuesto, porque su gestión se vio interrumpida en forma constante por una severa crisis social, moral y política.


Desde los años previos a la revolución de 1891 y más notoriamente, desde la década de 1870, venía practicándose en Chile un parlamentarismo incipiente.


Alrededor de esa fecha, todos los grupos políticos comenzaron a conspirar contra el régimen autoritario y a exigir, cada vez con más insistencia, una mayor participación del Parlamento en la conducción del país. Las reformas fueron fortaleciendo el rol del Congreso Nacional en desmedro de la autoridad del Presidente de la República y, paulatinamente, empezó a imponerse en los hechos un sistema parlamentario de gobierno.


A fines de 1890 se llegó a un punto crucial, cuando el presidente José Manuel Balmaceda (1886-1891) se negó a seguir cediendo ante las presiones de los parlamentarios. La crisis se hizo total, y el país se vio envuelto en una guerra civil (Revolución de 1891) en la que se enfrentaron las fuerzas que respaldaban la posición del mandatario con las que apoyaban la postura del Congreso.


El resultado de esa confrontación fue el establecimiento, tras la muerte del mandatario, de un sistema de gobierno que se conoció como parlamentarismo.


Dentro de la historia nacional, este período se podría definir como una época de predominio plutocrático (ver glosario), en la que el poder Ejecutivo quedó totalmente anulado. El parlamentarismo significó el ascenso al poder de la clase adinerada, no solo de las familias tradicionales, sino también de los nuevos ricos. Todo esto generó una política de círculo, es decir, de grupo, donde lo que interesaba era, más que el bien común de la sociedad chilena, la lucha de intereses personales y familiares. Por esto los grandes centros políticos de la época fueron, no los salones de La Moneda, sino las reuniones de los personeros más importantes que había en esos tiempos. Los lugares de encuentro fueron el "salón rojo" o "salón verde" del Club de la Unión; la "casa azul", de Sanfuentes; la "cueva del oso negro", de Montt, y el Club Fernández Concha.


El abuso que el Congreso hacía del poder no solo impedía un desarrollo adecuado del trabajo presidencial, sino que también fomentaba la continua búsqueda de alianzas políticas y la práctica del cohecho. Esto último consistía en conseguir los votos del electorado mediante el dinero; es...

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