La incansable lucha de la UE por detener a los traficantes de personas en el Mediterráneo
Unas 3.000 personas, en su mayoría africanos y habitantes de Medio Oriente, han muerto ahogadas en estas aguas en lo que va de 2017 -la cifra es, sin duda, superior-, al naufragar los precarios botes de goma donde realizaban una desesperada travesía para huir de la guerra o buscar una mejor vida en Europa.
Se trata de una crisis humanitaria de proporciones, donde son claves los traficantes de personas, quienes, aprovechando la inestabilidad que abrió en 2011 el derrocamiento del dictador Moammar Gaddafi con apoyo de la OTAN, convirtieron Libia en la mayor plataforma de lanzamiento de inmigrantes del mundo. Ellos venden un pasaje solo de ida por entre 600 y 3.000 euros y donde la muerte es uno de los destinos posibles.
La Organización Internacional de Migraciones indicaba que al 22 de noviembre, de los 171.536 arribos que se produjeron a Europa, 161.010 se hicieron por vía marítima. Y se da cuenta de 2.993 ahogados en el Mediterráneo. Cifras alarmantes, aunque a la baja (ver entrevista mañana).
Para atacar este negocio ilegal que mueve cientos de miles de personas y millones de euros cada año, la Unión Europea (UE) lanzó en junio de 2015 la Operación Sophia. A partir de entonces, una fuerza naval patrulla 24 horas al día el Mediterráneo central (EUNAVFOR Med) y con la cual navegó "El Mercurio".
En el "Cantabria", los oficiales comentan que es cuestión de tiempo, sobre todo de buen tiempo, para que desde las playas libias de Sabratah, Zuwarah o Al Khums salga una nueva oleada de cientos de inmigrantes, tal como ocurrió a principios de este mes.
El 3 de noviembre, alertados por el Centro de Rescates Marítimos de Roma, este buque de apoyo al combate logró salvar a más de 200 personas a punto de ahogarse y recuperaron del Mediterráneo los cadáveres de una veintena de jóvenes presumiblemente nigerianas, en una noticia ampliamente difundida, ya que se pensó que las fallecidas eran parte de una red de tráfico sexual.
El capitán de este gigante de acero de 173,8 metros de eslora y 23 de manga, que con casi 20.000 toneladas de desplazamiento es capaz de llevar en su vientre cientos de miles de litros de combustible, agua y provisiones para otras embarcaciones, explica la situación: "El desafío es acabar con las mafias y, desde el punto operativo, dificultar que sigan operando el modelo de negocios", dice en el puente de mando el comandante José María Fernández de la Puente, quien habla con una serenidad que hace difícil pensar que fue piloto de Sea...
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