Un imperio a escala humana - 3 de Enero de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 853724388

Un imperio a escala humana

N os pasó con el Danubio lo mismo que con el lago de Ypacaraí: ¿recuerda Usía la cancioncita aquella de "una noche tibia nos conocimos/ junto al lago azul de Ypacaraí"? Pues bien: pocas veces hemos visto aguas tan grises y turbias como las de ese lago paraguayo, lo cual no opacó en nada el disfrute de un café con facturas que tomamos en un club o algo parecido en sus riberas. Ni disminuyó el encanto de la cancioncita, acompañada por esas cadenciosas arpas del Paraguay. Y el Danubio no es más azul que Ypacaraí: ese enorme río, uno de los ríos-padres de Europa, de azul no tiene nada. Pero ¿a quién le empañará eso la delicia de oír el vals de Strauss que lleva su nombre, ese vals por excelencia, la primera música que aprende uno a tocar, con un dedo, en el piano?Uno puede pasarse una semana entera en Viena sin necesidad alguna de ir a mirar el Danubio: la ciudad es una de las más fascinantes de Europa, la capital de la música, donde se toca una ópera distinta cada día del año, donde vivieron Mozart, Haydn, Beethoven, Schubert, Mahler y centenares de otros. Es ciudad imperial, pero a la cabeza de un imperio que nunca creció más de la medida perfectamente humana, clásica, refinada, dieciochesca. En esto se diferencia de Londres, también ciudad imperial, pero de un imperio comercial desmesurado y decimonónico, además de victoriano y dickensiano: todo en Londres es enorme y algo desgarbado; enormes parques, enormes distancias, enormes riquezas (ya algo menguadas, es cierto). El centro histórico de Viena, en cambio, bien se puede caminar en uno o dos días, a un paso tranquilo, como una ciudad de provincia cargada de gloria y recuerdos. O, si prefiere Usía, desplazarse sentado, en una victoria, como las de Viña del Mar (en Viena saben que los caballos son para tirar victorias, no para tenerlos como niños bonitos sin hacer nada, salvo fungir como objetos de compasión). Todo se hace allá tranquilamente. Dicen que Viena es una de las mejores ciudades del mundo para vivir, por su calidad de vida. No me extraña.Nosotros partimos por la catedral de San Esteban , atinadamente aislada de toda otra construcción, en el centro mismo de la ciudad. Por cierto, se la recorre recordando esas "sonatas para la epístola", de Mozart, aunque el gótico que se ve, en todo su esplendor majestuoso, está lejos de las coqueterías galantes con que Wolfgang Amadeus amenizaba las misas del detestable príncipe-arzobispo de Salzburgo que, con todo, le daba de comer. Si quiere sentir tirifilis, baje Usía a la...

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