Un ilusionista - 18 de Julio de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 871095779

Un ilusionista

Un torrentoso Mapocho, visto desde el puente del Arzobispo. El tráfico en la Alameda, a la altura de Estación Central. La mirada que se levanta hacia la torre Entel, como quien la está viendo terminada, por primera vez... Son algunas de las imágenes captadas en formato Super 8 por la cámara de Raúl Ruiz, a su regreso a Chile, en 1982, y que menos de un año más tarde terminaron integradas en su corto "El retorno de un entusiasta de las bibliotecas", exhibido poco después por la TV francesa.No es de extrañar. Casi todo lo que el director escribía, boceteaba o divagaba, terminaba de una o de otra forma integrado a sus filmes; pero, a diferencia de la avalancha de películas, documentales y otras piezas audiovisuales que venía produciendo a partir de 1978, casi como una fuerza de la naturaleza, desde el principio esta se adivina distinta: no existe aquí esa prodigiosa voluntad para esconderse y camuflarse detrás del material ni tampoco la juguetona actitud de experimentar con la imagen y su forma, como quien ejecuta un acto de magia: "El retorno" se inicia al interior del departamento que los padres de Ruiz tenían en calle Huelén, en pleno Providencia. Vemos la luz de un frío sol entrando por la ventana; escuchamos la voz del director, que parte describiendo la experiencia de su fugaz regreso -después de casi una década de exilio- como quien narra un sueño que acaba de tener justo antes de despertar: el artista está frente a su biblioteca de juventud, repleta de volúmenes que han pasado años sin abrir, y de pronto nota que falta uno. No solo eso: la ausencia del libro también se refleja en la ausencia de un color. El rosado. Simplemente, se desvaneció de la vista. Vaya donde vaya en este Chile que está volviendo a recorrer y a reconocer, definitivamente hay algo que no está, que se echa en falta, que desapareció. Visita a amigos y conocidos; el espectador puede reconocer en ellos a algunos rostros de películas pasadas (el poeta Waldo Rojas, el pintor Carlos Solanos, el ayudante de dirección Luis Mora), pero todos parecen absortos en sus propias pesadillas, entelequias y laberintos. Obsesionado en su búsqueda, el narrador se asoma incluso por su casa de infancia en Quilpué, retrocediendo a días de interminables correrías infantiles, hasta que la cámara se detiene frente a una enorme...

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