La Iglesia y la Decé: vidas paralelas - 28 de Abril de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 715317621

La Iglesia y la Decé: vidas paralelas

¿Será casualidad que la crisis de la Iglesia Católica vaya a parejas con la crisis de la Democracia Cristiana? ¿Casualidad que los obispos en vez de pastores parezcan ovejas desorientadas y la Decé parezca no tener guía intelectual?

Hay buenas razones para pensar que no, que nada de eso es casualidad.

Lo que ocurre a la Decé y a la Iglesia es que ambas instituciones, cuando son fieles a sí mismas y no se falsifican, se sienten incómodas en la modernidad.

El caso más obvio es el de la Iglesia Católica.

La catolicidad es una religión fuertemente atada al rito, a la participación en lo colectivo, a la subordinación del individuo a otro que lo guía, a la infantilización de sus fieles (si no, que lo digan las víctimas de Karadima); pero ocurre que hoy se ha desatado una fuerte individuación, que ha reemplazado las comunidades (esos grupos humanos cuyos miembros se sienten uno a través del rito) por individuos que eligen sus creencias.

Se ha configurado así una religiosidad electiva, más privada, menos ritual y más discursiva.

En una palabra, la religiosidad se ha protestantizado.

Y en un mundo como ese -más individual y más reflexivo, menos comunitario y ritual-, el empeño de la Iglesia por disciplinar a sus fieles en valores y formas de vida está destinado al fracaso.

La Iglesia debe escoger así entre seguir enarbolando sus creencias y sus prácticas, pero resignarse a ser de minorías, o, en cambio, relativizar sus creencias como única forma de seguir siendo una religión de masas.

El gesto del Papa (la ronda de perdón con las víctimas de Karadima) es una cuestión accidental en medio de esa encrucijada que la acompaña.

Nada muy distinto a la encrucijada de la Decé. Un breve rodeo histórico permite explicarla.

En la época de Frei Montalva, cuando recién nacía y se empinaba en el electorado, la Decé hacía una promesa que resultaba, después de todo, atractiva. Juraba que era posible eludir los dos extremos que entonces atenazaban la política y la imaginación colectiva. Era posible, decía Frei, con voz y acento de profeta, un mundo nuevo, como tituló uno de sus libros, un mundo en el que se realizaba una tercera vía. Puestos a elegir entre el extremo del capitalismo y el extremo del socialismo, la Decé ofrecía una vía intermedia. En esa vía, el trabajo cooperativo sería posible, se pondría límites al individualismo, y la dignidad humana y la justicia social pronto encontrarían un sitio en esta tierra. Esa vía intermedia ofrecía eludir, a la vez, la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR