Identidades: un nuevo desafío para las democracias
Carlos Peña, filósofo y abogado, rector de la Universidad Diego Portales, es un optimista a toda prueba en la capacidad de discernimiento del ciudadano común a la hora de decidir informadamente sobre los desafíos políticos que se le presentan en un tiempo de crisis. Un ilustrado contra viento y marea que está decidido a aportar al debate público la mayor cantidad de ideas y conceptos para ayudar a dicho ciudadano a orientar sus decisiones. Pareciera tener una fe casi absoluta en que una opinión pública bien informada no errará en fijar el destino de la sociedad en la que vive. A las numerosas publicaciones que ha lanzado en el último tiempo: "El desafío constitucional", "La mentira noble", "Por qué importa la filosofía", "El tiempo de la memoria", "Ideas periódicas: Introducción a la sociedad de hoy", se suma ahora su última contribución: "La política de identidad ¿El infierno son los otros?" (Taurus), a la venta desde este martes. Un texto escrito al calor de la discusión actual en las democracias occidentales en torno al auge de las identidades, pero también un susurro al oído a la Convención Constitucional, donde una mayoría quisiera cambiar el universalismo de las reglas de la democracia liberal por un ideal político identitario de incierto diseño institucional.-¿Qué lo motivó a escribir este libro?, ¿ve un peligro en nuestro país en que las políticas de identidad terminen hegemonizando la discusión constitucional?"A mí me interesa explicar ideas o la historia de las ideas y ponerlas al alcance del lector no necesariamente especialista para, a la luz de ellas, intentar comprender los problemas que nos aquejan o que pueblan el espacio público. Y ocurre que el tema del particularismo, la reivindicación de identidades de variada índole, es una de las características del debate que se manifiestan hoy en la Convención Constitucional. La idea de que hay pueblos, en plural, e identidades múltiples tiene valor; pero exagerada y más allá de sus fundamentos acaba deteriorando la vida cívica que descansa sobre el universalismo de la ciudadanía. Por debajo de la orientación sexual de cada uno, la etnia, la clase, las preferencias de consumo, si ciclista o automovilista, si animalista o no, todos debiéramos reconocernos en una condición común: la de ciudadanos. Ese es el supuesto del debate democrático, al menos hasta ahora. Eso fue siempre así para la izquierda y la derecha. De eso trata el libro: el fundamento y los límites de las identidades".-¿Qué significado tiene la frase "el infierno son los otros" que lleva el título del libro?"La frase es una cita de uno de los personajes de Sartre en 'A puerta cerrada'. Allí, Sartre imagina a un grupo condenado al infierno; pero el infierno era un mundo insomne y sin espejos donde la imagen de cada uno depende de la que le devuelven los demás. Hay algo en esa imagen que muestra los peligros del particularismo: si lo que soy, si mi identidad depende de que los otros me reconozcan, entonces ningún precio es muy alto para alcanzar ese resultado, desde el control de la libertad de expresión para que no me hieran, hasta relativizar los derechos humanos en base a la cultura a la que cada uno pertenece. En suma, un infierno".-Francis Fukuyama describe en 2018 un diagnóstico de época acerca...
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