La identidad chilena...
Armando Cartes Montory: Un relato compartido es el camino para fortalecer la identidad nacionalEl telón de fondo de los datos es la profunda reconfiguración que experimenta la identidad nacional, nuestra definición de lo que significa ser chileno.Hemos visto disolverse, en años recientes, la autoimagen que teníamos de un país "racialmente" homogéneo. La inmigración extranjera, que supera el millón y medio de personas, casi coincide con el número de chilenos que declara pertenecer a una etnia indígena, el doble que hace veinte años. Es inevitable que una hibridación tan masiva conduzca a una revisión crítica de los paradigmas culturales tradicionales.Enseguida, hay que señalar el deterioro, ya es colapso, de la credibilidad de las instituciones y de la clase política. En términos más generales, el malestar social, que se manifiesta en el rechazo a la desigualdad, la polarización y las bajas expectativas sobre el futuro, se traducen en un juicio negativo sobre la democracia y la sociedad en su conjunto. Desembocó en el estallido de octubre y el proceso constituyente, que hoy sacuden las bases del consenso nacional y sus símbolos y relatos. La actual crisis no provocó, sino que puso en evidencia la calcificación que venía experimentando el patriotismo chileno, asociado a los logros militares y la cultura "colchagüina" del huaso y la cueca; sin hacerse cargo de los intereses de los nuevos chilenos, más diversos, digitales y "desterritorializados"; así como del quiebre generacional que cruza nuestra sociedad. Con excepción de las Fiestas Patrias y la cueca, que resisten, el contenido de la identidad chilena no supo aggionarse . Los símbolos nacionales son uno de los campos en disputa.Con todo, no hay que olvidar que los símbolos y su significación van mutando con el tiempo. La actual bandera, recordemos, aunque adoptada en octubre de 1817, fue fijada en su forma actual por un decreto de 1967. Lo mismo puede decirse del escudo nacional, con su estrella única, símbolo del "Estado fuerte, centralizador...", que preconizaba Portales. Su aprobación por el Congreso, en junio de 1834, significó eliminar aquel de tres estrellas, una por cada provincia, que aprobara el Senado Conservador a instancias de O'Higgins en septiembre de 1819.Nuevos tiempos suelen traer nuevos símbolos ¿es lo que Chile debe hacer? No me parece necesario. Bastaría recordar el sentido inicial de los actuales y resignificarlos. La estrella es un símbolo mariano, de la patrona de Chile, pero también es Wünelfe, la estrella de plata, "el blasoìn que nuestros aborígenes ostentaron siempre en sus pendones", decía el presidente Joaquín Prieto. Nuestros actuales símbolos, bien contados, nos recuerdan el país, mestizo y diverso, que siempre fuimos y que hoy se busca reconocer.Es necesario relevar otros actores y territorios, procesos desconocidos o poco valorados. Requerimos una historia que abra también sus páginas a las mujeres, los pueblos originarios, las provincias y los subalternos. Un relato compartido es el camino para que la identidad nacional, tan vapuleada, pueda salir fortalecida de la crisis que padece.Armando Cartes Montory, historiador y...
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