La huella de Ortega y Gass et en Chile - 13 de Mayo de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 716894329

La huella de Ortega y Gass et en Chile

José Ortega y Gasset (1883-1955) es, sin duda, el filósofo de lengua española más conocido y difundido fuera del campo o campos culturales hispánicos. En el período de entreguerras del siglo pasado, entre esas dos catástrofes de la humanidad que fueron la Primera y la Segunda guerras mundiales, el astro emergente de Ortega brilló con luz propia en el firmamento europeo junto a los nombres más preclaros de la época. Algunos de sus libros llegaron a ser manuales de lectura obligada en las universidades alemanas de los años 20 y 30, como, por ejemplo, "El tema de nuestro tiempo", y otros trascendieron de inmediato el interés específico del mundo académico y sus traducciones se convirtieron en referencia insoslayable para intentar entender las turbulencias de un tiempo que iba a acabar rompiendo todas las agendas: así, por ejemplo, "La rebelión de las masas" o "La deshumanización del arte", pioneros ambos en el análisis de las novedades que se imponían en la sociedad y en la cultura europeas de entonces. Su mensaje era claro y su expresión de una elegancia seductora, cuyo énfasis mostraba que la filosofía no era algo que se ocultaba necesariamente tras las «nieblas germánicas», como querían sus peores enemigos, sino que podía ser cultivada -también- desde la «claridad latina» y «mediterránea», que su escritura acogía como forma implícita de una filosofía y de un filosofar nuevos.

El raciovitalismo, en efecto, fue una de las primeras respuestas a la crisis de la modernidad, a ese derrumbe general de la cultura occidental anunciado por Nietzsche («Dios ha muerto») que sobrevino tras la crisis del positivismo y en cuyas ruinas se instalaron no pocas de las mejores inteligencias de la época. Ortega no. Su mayor mérito consistió en aquel «esfuerzo deportivo de la sonrisa» propio del «sentimiento estético de la vida», con los que supo acompañar su denodada búsqueda de una salida a aquella magna crisis: la razón -decía- tiene que estar al servicio de la vida y no la vida al servicio de la razón. Con Ortega la vida irrumpe de lleno en la reflexión filosófica y se hace centro de la misma, evitando la deriva existencialista que iba a ser dominante en Francia y Alemania. Del «ser» a la «vida» en el despliegue de una «razón vital»: un paso ejemplar y decisivo de la filosofía del siglo XX que Ortega tuvo la osadía de escribir en lengua española (contraviniendo esa máxima heideggeriana según la cual sólo el alemán y el griego clásico eran lenguas aptas para el ejercicio filosófico).

En España Ortega fue más que un filósofo: intelectual, publicista, editor, político, profesor universitario, animador cultural y un largo etcétera que obliga a...

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