El huaso - 16 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 524243434

El huaso

El caso es que Gustavo Proto vive con pánico porque cree que sufrirá de Alzheimer. Los pequeños olvidos, los extravíos, la extrañeza, confirman ese pavor, que nace de haber visto la larga declinación de su madre antes de su muerte. Proto teme perder la lucidez, teme deteriorarse, pero sobre todo teme -es lo que dice- convertirse en una carga insufrible para su familia. Su mujer, Ana Gabriela, y sus hijos, rechazan esas aprensiones, pero Proto está obstinadamente convencido de sus presentimientos.

No es todo. Una generación atrás, el padre de Proto, el inmigrante de Italia, fracasó con sus negocios en Chile y se arrojó ante un tren cuando su hijo no era todavía adolescente. Como si se tratase de una condición hereditaria, Proto piensa ahora que pronto deberá suicidarse. En verdad, lo único que los iguala es la condición de inmigrantes. La película anota este pequeño detalle en las primeras imágenes, cuando Carlo comenta: "Cambió cuando llegamos a Canadá. Algo cambió".

A lo largo del metraje, Proto no habla de otra cosa que de su muerte. Su familia insiste en que su temor al Alzheimer es solo un pretexto; sus hijos le recuerdan que ha vivido deprimido mucho antes de tener estos pequeños problemas de memoria; los médicos le aseguran que no hay rastros de enfermedad en su cabeza. Proto no cede.

Las únicas cuatro veces que sonríe ocurren cuando está con sus nietos o con los caballos que monta en Puchuncaví, en el campo abierto o en el rodeo. Con los animales, Proto se siente "huaso", quizá se siente libre, y el envejecimiento parece retroceder. En todo lo demás, es un hombre taciturno, apesadumbrado, triste y...

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