Hombres que bordan - 12 de Mayo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 569441058

Hombres que bordan

Desde que Víctor Espinoza (34) es Víctor Espinoza supo que sería artista. De niño quemaba plásticos en el patio de su casa en San Bernardo, pintaba sus manos en las paredes, experimentaba con lo que encontraba y se aburría en el colegio. Se aburrió incluso en el colegio experimental donde le enseñaban a pintar en óleo y con modelos. Se aburrió de la pintura cuando, en 2004, entró a estudiar Arte en la Universidad Arcis y descubrió que le "daba lata mezclar colores".

-Pintaba con acrílico y secador de pelo porque quería que se secara rápido. La pintura es hedionda, mancha, es todo un ritual: la trementina, limpiar los pinceles. Yo no tengo paciencia para eso. -dice-. Pero me di cuenta de que a través de los colores podía llegar a la pintura. Podía pintar con hilos, meter varios colores en una aguja. Así se me ocurrió bordar.

Para su siguiente trabajo en la universidad, en 2005, le propuso a un amigo que hiciera un grafiti. Luego él lo bordaría, aunque nunca hubiera tomado una aguja antes.

Felipe Valdivia (35) creció con una máquina de coser Singer en casa. Su madre cosía, tejía, bordaba. Él hacía dibujos y la acompañaba a comprar materiales. Sabía de punto cruz, agujas y tipos de lanas. A los siete años hizo un cojín con un corazón bordado para el Día de la Madre. Pero cuando a los 19 años comenzó su carrera artística en paralelo a sus estudios de Publicidad, lo hizo pintando con acrílicos. Había empezado a trabajar en la costura con algunas telas y sábanas viejas y le ofrecieron hacer una exposición en Nueva York. Montó su obra completa en telas, con bordados y tejidos y se llevó toda su exposición en un bolso de mano.

-Me parecía que esa textura, más cercana al folclor que al arte, más artesana, era más representativa, más chilena. Les sorprendió mucho el trabajo -dice hoy.

El 2010, José Romussi tenía 30 años, las ganas de ser artista y el recuerdo de su madre pintando naturalezas muertas cuando era chico. Entonces se propuso llevar a cabo su sueño de una buena vez. Empezó haciendo pequeños collages. A poco andar se dio cuenta de que la pintura no expresaba lo que él quería expresar. Entonces bordó unos tocados indios en arpillera, trenzó unas crines de caballo que le había regalado una ex novia. Encontró el hilo por casualidad. Y sin haberlo hecho nunca antes, se puso a bordar de manera autodidacta. Ha expuesto en Chicago y Londres. Hoy prepara una exposición que se abrirá en septiembre en Berlín, Alemania, donde reside la mayor parte del...

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