El hombre que ha tenido mil vidas - 22 de Febrero de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 493764210

El hombre que ha tenido mil vidas

-He sido un secretario toda mi vida.

Pero Jaime Martínez Williams, abogado, 87 años, ha sido más y vivido más que eso: el padre Hurtado le hizo clases, como fiscal militar investigó un intento de autogolpe de Carlos Ibáñez del Campo, participó en el claustro que reformó la Universidad Católica, fundó dos revistas, se libró de un intento de secuestro, ha escrito más de tres mil editoriales, ha dado la vuelta al mundo dos veces, ha hecho una vida como gourmet y cuenta con el notable mérito de haberle enseñado a comer a la crítica gastronómica más importante del país, Soledad Martínez.

-Como nunca he estado en la primera línea, he hecho lo que he querido -dice al final.

Sesos de mono

-Yo soy gourmet desde que nací, comedor eterno. Yo le enseñé a comer a esta señora, le enseñé a comer de todo -dice entre serio y divertido, mientras mira a quien ha sido su mujer por 58 años, Laura Tapia, que bajo el seudónimo de Soledad Martínez escribió las críticas a restaurantes durante 30 años en la revista Wikén.

Sentada en el living del departamento que tienen en el sector de Recreo, en Viña del Mar, Laura Tapia interviene:

-Hasta que apareció en mi vida, yo no comía nada. Yo era muy mañosa.

Jaime Martínez la conoció cuando ella tenía 18 años y él 29. Fue su primera polola.

-Yo había querido ser cura -cuenta él-. El padre Hurtado fue mi guía espiritual. !Te puedes imaginar¡ Con el padre Hurtado, quién no quería ser cura. Pero él mismo estaba de acuerdo en que no entrara al sacerdocio.

Él trabajaba en Concepción como fiscal militar. Ella vivía allá con sus padres. Al mes que se conocieron, Jaime Martínez debió volver a trabajar a Santiago. Pero el pololeo siguió. Viajaba todos los fines de semana en el tren de la noche y volvía el domingo.

-Concepción era uno de los centros políticos de Chile, iban todos los parlamentarios en ese tren. Iban a Talca, a otras ciudades, no se movían en avión, era en tren. La vida política del país se hacía en el tren nocturno. Era muy entretenido ese viaje.

El padre de Jaime Martínez era de una familia de inmigrantes españoles. La primera vez que Laura Tapia fue a su casa, no pudo creer lo que habían preparado para la comida.

-En mi casa se comía fabuloso -recuerda ella-. También muy fino, pero a la chilena, y esto era a la española. Era un plato lleno de esos pescados chicos, angula, eran millones de pescados que me miraban con los ojos. Me los tuve que comer y después venían unas callampas gigantes. Yo miraba esta cuestión !y además había calamar¡

Finalmente se comió todo. Y lo que es mejor: le gustó.

De a poco, Jaime Martínez comenzó a enseñarle a comer lo que él ya conocía.

Pololearon un año y medio, y se casaron.

Mucho antes de que se usara salir de vacaciones al extranjero, mucho antes de que la gente se tomara años sabáticos para conocer el mundo, ellos lo hicieron. Conocieron todos los países del bloque socialista en plena Guerra Fría: desde China hasta la Unión Soviética de Brézhnev.

-Solo a Polonia no nos dejaron entrar, porque nos habíamos carteado con un obispo que no era afín al régimen.

En uno de sus viajes, que duraban...

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