Hombre soltero atrapado en Tinder - 23 de Julio de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 645574221

Hombre soltero atrapado en Tinder

Pones tu dedo sobre el timbre, alguien dice "ya voy" y la puerta se abre. Ves una mesa de centro, un balcón y adelante de todo eso, ves una mujer de pie con un vestido negro: la promesa de todo eso que, pensabas antes, la soltería podría ofrecer. Así que pasas. Pasas y cierras la puerta.

Al otro día, en el grupo de Whatsapp con tus amigos, cuentas todo esto. Cómo fue, cómo terminó. Pero en verdad lo que tus amigos quieren saber, porque se casaron o emparejaron hace tiempo, cuando aún no existía esto, es otra cosa. Quieren saber eso mismo que te preguntabas frente a la puerta: ¿cómo se llega a eso?

La respuesta todavía es pudorosa.

Dices: la conocí en Tinder.

El momento decisivo es simple y sin épica. Estás en tu dormitorio y miras tu teléfono. Abres Instagram. Hay fotos de amigos abrazando a sus hijos, amigos abrazando a sus perros. Antiguas compañeras de universidad saltando en una playa asiática con lecturas de foto que te dicen que solo se vive una vez y otras tipas, amigas de amigos, mostrando, con la cabeza ladeada y una mueca en la boca, la ropa que eligieron ponerse ese viernes en la noche. Afuera, pareciera, está tan lleno de gente que la pasa bien que suena como una irresponsabilidad contar que estás gastando la noche de un viernes mirando otra vez capítulos de una serie que ya viste en Netflix. Entonces, bajas la aplicación y eliges una foto en la que parezca que la estás pasando tan bien como el resto. Que diga que eres divertido, que no necesitas a nadie. Pero que en el fondo si alguien quiere unirse, está bien. Así que eliges la foto donde sales abrazado de un rinoceronte de cinco meses en África, porque calculas que dice todas las cosas que quieres transmitir. Que has viajado, que te gustan los animales, que disfrutas de los paseos al aire libre. Eliges esa foto, además, porque te permite manejar la conversación. Porque ya no tienes que comenzar con la tanda de preguntas que te haría alguien en una entrevista laboral (¿Cómo estás?, ¿qué estudiaste?, ¿dónde trabajas, ¿hace cuánto?, ¿en qué parte vives?, ¿en Providencia? Ah, qué buena), sino que vas con algo distinto.

Revisas el catálogo de tipas y rápidamente entiendes que la soltería exitosa también tiene una estética propia. Porque pareciera que los solteros solo viven en verano. En festivales de música masivos, en maratones de yoga bajo el sol, en cualquier rincón playero de Brasil y, sobre todo, frente al espejo. No hay nada más soltero, piensas esa primera vez, que la selfie contra el espejo. Pero tal vez, piensas después, el asunto es distinto. Lo realmente soltero es que todas tus fotos parezcan imágenes descartadas de una campaña de publicidad veraniega.

Solo que esas son ideas que vienen después. Porque lo que quieres esa noche es hacer match. Que alguien a quien tú hayas elegido te corresponda el guiño y, sin saber eso, te ponga un like de vuelta.

La primera es una holandesa de aro en la nariz. La segunda, una publicista de 26 años. También tiene...

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