El hombre fantástico - 13 de Diciembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 548548158

El hombre fantástico

Después de todo, Rojas es el gran representante chileno del steampunk, subgénero de la literatura fantástica en el que se rinde homenaje a la estética industrial de la era victoriana. Fue en ese afán que, en 2007, movió la escena con La sombra del fuego, novela que comienza cuando el teniente Bello aparece en medio de la Guerra del Pacífico.

Difícil de encontrar, pues está prácticamente agotada y no se ha reimpreso, la obra es considerada una novela de culto no solo por lo difícil que es hallarla, sino también por su insólita trama.

La sombra del fuego arranca cuando Bello cae desde el cielo en su biplano y, en el acto, es detenido por atónitos patriotas. Bello cree a pie juntillas que está en marzo de 1914, pero ahí lo corrigen. Está en abril de 1881.

-Es muy entretenido cambiar la historia, te permite explorar otras opciones. Una de mis obsesiones es la posibilidad de que existan mundos alternos, algo que, desde Einstein, la ciencia ha aceptado como una posibilidad.

Bueno para leer -y obsesivo coleccionista de bandas de sonido de películas-, Rojas pronto ganaría una beca del Goethe para estudiar en Berlín y otra del Foreign Press Center para hacer otro tanto en Japón. Es ese tesón el que le ha permitido escribir sus libros después del horario de oficina. Y, sin ser aún un best seller, sigue ahí sin aflojar. Rojas cree que es cosa de tiempo para que pase lo mejor.

Al respecto, Francisco Ortega -el escritor fantástico que remeció la escena con Logia, el éxito literario en 2014- piensa que como es en la narrativa fantástica (y en la novela gráfica) donde aparece lo más cercano a un movimiento o generación, hacia 2050 -cuando se estudie el cambio de marea-, Alberto Rojas estará "en los lugares más altos".

-Rojas -enfatiza Ortega- es el escritor chileno que trajo el género de la fantasía heroica a nuestra literatura. Y eso es muy importante porque, al contrario de otros subgéneros de lo fantástico (horror, ciencia ficción, etcétera), la fantasía épica no existía en el panorama local. Y eso es algo que los cultores nacionales del género que han venido después -J.L. Flores, León de Montecristo, Emilio Araya, el colectivo Fantasía Austral- debieran tener en cuenta, reconocer y agradecer. Porque si en el plano de lo fantástico criollo, Ygdrasil, de Jorge Baradit, trajo de vuelta la ciencia ficción, debe anotarse que una década antes Alberto Rojas había "inventado" la fantasía heroica nacional.

La invención de Kalomaar

De chico, Alberto Rojas vivía...

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