Historias sin fronteras - 3 de Junio de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 726615397

Historias sin fronteras

Bastante se ha demorado la literatura chilena en recoger las historias de más de un millón 110 mil extranjeros que viven en Chile y que representan el 6,1% de la población del país. Con una llegada masiva desde los primeros años del siglo XXI, apenas cinco novelas y una recopilación de cuentos reflejan, hasta la fecha, esta realidad que, según todos coinciden, está cambiando el rostro de la sociedad.

El grupo más representado en la narrativa es el de los migrantes peruanos, lo que no resulta extraño considerando que fueron los primeros en llegar y hoy constituyen el 23,8% de la población de origen foráneo. Hombres y -en menor proporción- mujeres de esa nacionalidad se han convertido en personajes de ficciones que muestran su nada fácil inserción en la sociedad local: blanco de prejuicios, discriminación e incluso ataques violentos, los que han dado origen, de vuelta, a otros estereotipos. "A los chilenos no les gustan los peruanos..., solo les gusta nuestra comida... Es la moda allá", como dice alguien en la novela "Migrante", de Felipe Reyes.

En libros más recientes adquieren protagonismo los colombianos, que son la segunda colonia en Chile (13%), concentrándose en Antofagasta, región que, junto a la Metropolitana, alberga al 72% de los extranjeros que viven en el país. "Antofalombia", la llama Rodrigo Ramos Bañados en "Ciudad berraca", acogiendo una extendida denominación popular.

A diferencia de lo que sucedió, desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX, cuando los propios inmigrantes o sus descendientes contaron las historias del arribo (Efraín Szmulewicz, Benedicto Chuaqui, Cynthia Rimsky, Lina Meruane), por el momento son narradores chilenos quienes están asumiendo las voces de los recién llegados.

"El color de la piel" (2003), de Ramón Díaz EterovicRamón Díaz Eterovic fue el primer escritor chileno que abordó la realidad que vivían los inmigrantes peruanos en Santiago. En la novela "El color de la piel" (Lom), el detective Heredia salva a un trabajador limeño, Aparicio Méndez, de recibir una paliza en un bar de calle Bandera al que entra un matón buscando pelea. Méndez le presenta, días después, a un compatriota que le pide investigar la desaparición de su hermano menor. Sus pesquisas lo llevan desde los alrededores de la Plaza de Armas, ya entonces conocidos como "La pequeña Lima", hasta el barrio Franklin y a un galpón de la calle Catedral subdividido con restos de madera, cartones y diarios en veinte compartimentos donde se amontonan adultos y niños acostados sobre mantas y colchonetas. La escena parece sacada de "Los miserables", de Victor Hugo. El detective conoce allí a Violeta, una atractiva mujer, también inmigrante, a la que Heredia seguirá viendo. Contar más...

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