La historia de un hombre alado - 28 de Noviembre de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 878600955

La historia de un hombre alado

E n la mitad del camino a Carampangue, zona campesina cercana a Talagante, hay un tesoro natural tan inesperado como asombroso. Es el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR), donde decenas de cóndores, águilas, tucúqueres y caranchos son cuidados y recuperados para luego ser devueltos a su hábitat natural.Allí, a las 08:30 de la mañana de un martes de octubre, Eduardo Pavez Gálvez (54) frena su camioneta justo en la entrada. Se baja y saluda cordial a Jürgen Rottmann, un espigado y canoso hombre a punto de completar 81 años, dueño del lugar y uno de los artífices de la creación del CRAR, que existe desde 1991."Quiero hacer un libro de su vida", cuenta Pavez casi en secreto, sobre quien es su amigo y colaborador desde hace más de 30 años.Un proyecto que va en la línea de su trabajo más reciente: hace unas semanas, Pavez publicó su primer libro, Volando con las águilas , sus "memorias de pajarero", que contienen una enorme cantidad de sucesos relacionados con aves y vida silvestre desde que él era un niño que corría por los faldeos del cerro Calán, a mediados de los 60."Llegué con mi familia a vivir al barrio Los Dominicos. A las 'casas de cemento', como le solíamos decir. Pero salía a juntarme con los chiquillos de las 'poblas' cercanas, quienes me enseñaron a conocer los cerros y cazar pajaritos con hondas y piedras", recuerda Pavez.Las aventuras por los cerros eran casi a diario. Un día, él y un amigo le dieron un hondazo a una yal hembra. Cuando se acercaron, vieron que su ala estaba herida y Pavez fue incapaz de matarla. En vez de eso, la tomó y se la llevó a su casa para intentar curarla."Mientras la miraba, sentado en el suelo e inmóvil tras la reja, no podía dejar de pensar en la estupidez que habíamos hecho", relata en su libro. "En ese momento tomé una decisión trascendental. Tomé mi preciada honda, aquella que había fabricado con tanto esmero y que me acompañaba siempre al cerro, la miré en silencio y finalmente la destruí".Ese día, la vida de Eduardo Pavez cambió para siempre. De pronto, un cazador palomilla se había convertido en un futuro conservacionista.Enseñar a volarDesde aquella experiencia, su mundo cambió. Pavez comenzó a salir cada vez más a los cerros, siempre llevando los binoculares que le había regalado su madre. Con el tiempo se convirtió en un certero y paciente observador de animales, pero sobre todo de aves. Así lo atestiguan cientos de fotografías, cuadernos con notas de campo y dibujos que ilustran su...

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