Una historia de 'Amor Valente'
Isabel Amor, de 36 años, está parada en la cocina de su departamento, a pasos de Plaza Italia. Mientras conversa por teléfono, busca su agenda y un lápiz para anotar sus reuniones de la próxima semana. En su mano izquierda se puede ver el único accesorio que lleva puesto: un anillo de matrimonio.En otra habitación, y con la puerta cerrada, María José Valente, de 32 años, termina una videollamada de su trabajo. La escena la observa Milo, un galgo que ambas rescataron hace dos años. El perro mueve la cola y muerde una pelota, en señal de querer salir pronto a su paseo diario en el Parque Bustamante. Por las ventanas cerradas entra el ruido de las sirenas de Carabineros y de helicópteros que a esta hora sobrevuelan el sector.En febrero de este año, Isabel Amor asumió totalmente como directora ejecutiva de la Fundación Iguales -institución que trabaja por la igualdad de derechos y la no discriminación de la diversidad sexual- y días después firmó el Acuerdo de Unión Civil (AUC) con María José Valente, formalizando una relación de casi cuatro años. A la ceremonia solo pudieron asistir presencialmente ocho familiares y fue transmitida por Zoom para otras 100 personas."En Chile no se puede esperar. Para nosotras es importante y necesario tener el resguardo legal, aunque se escape de todo simbolismo. Cuando tienes el apremio de formar una familia, y sobre todo en medio de una pandemia, es inevitable pensar '¿qué pasa si me contagio de coronavirus y muero?'. Hicimos un AUC, porque es lo único que existe, pero no resuelve nuestras necesidades como mujeres lesbianas o nuestros derechos filiativos", dice María José Valente."Estamos a punto de iniciar un proceso de fertilización asistida, que es la misma forma en que nació mi sobrina, pero de una pareja heterosexual. Nosotras necesitábamos este resguardo legal porque no tendremos cómo pelear el reconocimiento ante la ley. Con el AUC tenemos más posibilidades de reconocer a ese hijo, comprobar que legalmente somos una familia", agrega Isabel Amor.Callada y servicialIsabel Amor nació y se crió en Curicó, es la menor de cuatro hermanos e hija de una paisajista y un médico y militar en retiro. Ambos se separaron cuando ella tenía seis años. Los describe como padres conservadores que solían rezarle cuando iba a dormir. "Mi papá trabajó en la salud pública y en el Hospital Militar. Siempre me dio risa, porque los militares solían referirse a él como 'mi mayor Amor'", cuenta.Pero la mayoría de sus recuerdos, agrega, están ligados al campo de sus abuelos maternos, en Linares. Allí solía viajar todas las vacaciones de verano e invierno, y su abuela era la encargada de reunir a la familia y de solucionar los conflictos familiares. "Ella significó mucho en la vida de sus nietos. Era una mujer power , que mantenía las cosas en orden y se encargaba de las relaciones de la familia. Me pusieron Isabel por ella", explica Isabel Amor.De su abuelo, habla con cariño y nostalgia. "Él cumplió un rol de padre, a pesar de que tenía uno presente, pero que no vivía conmigo. Era cariñoso, chistoso, me enseñó a manejar y me compró mi primer celular. Teníamos buena relación, porque nos reíamos de todo, era la nieta 'inadecuada' por jugar a la pelota y ganarles a los hombres. Eso lo sorprendía mucho".A pesar del machismo que se vivía en esa época, especialmente en el campo, Isabel Amor confiesa que su abuelo no solía tener ese tipo...
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