La vigencia de los hermanos Grimm: dos siglos de madrastras y lobos feroces - 17 de Junio de 2012 - El Mercurio - Noticias - VLEX 380041414

La vigencia de los hermanos Grimm: dos siglos de madrastras y lobos feroces

Hacia fines de 1812 publicaron el primer tomo de su compilación en un libraco titulado Kinder- und Hausmärchen , que literalmente se traduciría como "Cuentos de niños y del hogar". No tenía nada de infantil: historias macabras, muchas de ellas de contenido sexual, sin ninguna ilustración y llenas de eruditos pies de página. Muchos de esos cuentos poco se parecen a los que conocemos hoy: en "El príncipe sapo", el sapo no se convierte en príncipe cuando la princesa lo besa, sino cuando ella lo arroja contra la pared iracunda porque él quiere meterse a su cama; Rapunzel no es una casta damisela, sino una joven que ha quedado embarazada del príncipe mucho antes de ese final en el que viven felices para siempre; en "La Caperucita Roja", el lobo no esconde a la abuelita en el clóset, sino que se la devora "de un bocado" antes de devorarse a la niña.

"La Caperucita Roja" no debutó en los libros de los hermanos Grimm, sino en el de su símil francés, Charles Perrault, quien un siglo antes había publicado la primera colección de cuentos populares. Entre la antología de los Grimm y la de Perrault -más modesta esta última, con 'sólo' 26 cuentos- hay más coincidencias ("La Cenicienta" y "La Bella Durmiente", entre ellas), lo que parece deberse a que muchos de los entrevistados alemanes eran descendientes de hugonotes (protestantes) franceses. Los Grimm aseguran que esos cuentos viajaron desde India y el Oriente Medio, popularizándose en la Europa medieval, en un tiempo de señores muy ricos y campesinos muy, muy pobres, cuya trabajosa y rutinaria existencia exigía historias con finales simples y felices.

¿Madres o madrastras malvadas?

Pero entender el legado de los Grimm como una colección de cuentos es perderse el punto. Si algo nos legaron fueron modelos, figuras arquetípicas que han quedado impresas en la cultura occidental. Un ejemplo es el de las madrastras malvadas. En la versión original del libro de los Grimm -el que pretendía ser una recopilación del folclor local- eran las propias madres las malvadas. La de Blanca Nieves, sin ir más lejos, era una mujer vanidosa y celosa de la belleza de su hija. Jack Zipes, especialista en cuentos de hadas y traductor al inglés de la obra completa de los Grimm, deja escapar una carcajada: "Sí, !y quién abandonaba a Hänsel y Gretel en el bosque, también era la propia madre¡". Si ya la historia de dos hermanos abandonados a su suerte porque su padre no tiene cómo alimentarlos no parece nada adecuada para llevar a los niños a dormir, más macabra es si la que lo propone es la mismísima madre. Pero es que los cuentos de los Grimm no eran para niños, y si lo eran no tenían intención de tranquilizarlos, sino de asustarlos.

Zipes prepara ahora un libro con cartas de los Grimm, en las que se puede seguir una primera historia de la recepción de estos cuentos. Ahí aparecen sus amigos invitándolos a hacer los cuentos más aptos para niños y los Grimm replican que ésa no es en absoluto la intención de su trabajo. Sin embargo, de edición en edición fueron ajustando detalles. Ingrid Tomkowiak, profesora de la Universidad de Zúrich especialista en los hermanos Grimm, explica que Wilhelm, el hermano menor, fue el responsable de ir haciendo las historias más cristianas, más altruistas y, en definitiva, más aptas para niños. Él le daba mucha importancia a la prosa y les incluía versos o el famoso "érase una vez". Sería él, en...

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