¿Hacia dónde se dirige el paisaje político chileno?1 - 20 de Enero de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 757245425

¿Hacia dónde se dirige el paisaje político chileno?1

En el otoño de 1999 la revista Estudios Públicos divulgó un artículo que habíamos escrito con Felipe Agüero, donde nos preguntábamos si acaso sobreviviría el paisaje político constituido en torno a las opciones del plebiscito de 19882. Respondíamos que sí, que sobreviviría. Transcurridos 20 años desde entonces, diría que ya no; que ese paisaje lleva años moribundo y que ahora está a punto de expirar definitivamente.Recordemos que hasta 1973 el paisaje prevaleciente fue el de los llamados "tres tercios", un sistema que giraba en torno a un centro, con la izquierda en un extremo y la derecha en el otro, con gran distancia ideológica entre los partidos, ninguna capacidad de crear coaliciones y una competencia centrífuga. Al retorno de la democracia, y a pesar de los ingentes esfuerzos que desplegó el régimen para evitarlo, se mantuvieron los mismos partidos y hasta los mismos dirigentes políticos, no así los "tres tercios". Lo que emergió -para sorpresa de muchos- fue un sistema bipolar carente de un centro fijo, cuyos pivotes eran dos coaliciones con baja distancia ideológica entre sí, con una competencia centrípeta que empujaba a la moderación en pos de alcanzar al electorado medio. El sistema binominal ayudó, qué duda cabe; pero lo que condujo a este nuevo panorama fue la experiencia de la dictadura y la organización del plebiscito de 1988, los que crearon una nueva fisura generativa, la fisura autoritarismo/democracia, la cual gobernó la competencia partidaria por un largo período histórico.Pero el tiempo, como decíamos, no ha pasado en vano.¿Cuándo "se jodió" la Concertación?La erosión parte en el campo del No, en la Concertación. Esta, basada en la unidad entre democratacristianos y socialistas, fue el "niño símbolo" del nuevo paisaje político. Obnubilado por la modernización económica, el gobierno de Frei se despreocupó de alimentar la fisura generativa que le había dado origen, al tiempo que promovió la guerra civil entre "autocomplacientes" y "autoflagelantes", la cual se entiende mejor como la pugna entre egos de intelectuales -lo sé porque fui uno de los protagonistas- que como un combate propiamente político. Esto le abrió la oportunidad al siempre astuto Joaquín Lavín para proponer una nueva fisura, la fisura entre cosismo-optimista / estructuralismo-pesimista, con la que estuvo a centímetros de derrotar a Ricardo Lagos.Lagos finalmente triunfó, y retomó con fuerza las causas de la democratización y de los derechos humanos, lo cual sirvió para revitalizar la fisura originaria. Las cosas fallaron, sin embargo, a la hora de la sucesión. Para preservar la Concertación lo óptimo habría sido mantener la alternancia interna y elegir un candidato proveniente de la DC (como Soledad Alvear), pero el electorado concertacionista se rebeló...

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