La guerra por las mascotas - 23 de Septiembre de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 945604860

La guerra por las mascotas

Cada cierto rato , Valentina y Negro, los perros de Violeta Armas interrumpen su relato, recostándose en su regazo. Violeta -peruana de 54 años, vive desde hace 18 años en Chile y trabaja como operadora de grúa torre-, dice que es habitual que sus mascotas intenten llamar su atención. Que no son solo sus perros. Son sus nuevos hijos. "Yo me fui adaptando a ellos", explica.Violeta trata a sus perros -ambos mestizos, mezcla de puddle y fox terrier- como si fueran personas. Vive con ellos desde que tenían pocos meses de vida y ella cuida bien de ellos: los baña, les lava los dientes, los lleva a la peluquería, les prepara comidas con salsa, duerme con ellos. "En esta casa, son una persona más. No son un perro que uno lo tiene ahí tirado. No. Tienen su comida al día, sus vacunas, los desparasitamos".Los ha acarreado por La Cisterna, San Ramón, Recoleta, todos los lugares donde ha vivido con su hijo menor, de 16. Y asegura que a pesar de que tienen personalidades distintas, son muy cómplices: Valentina, de pelaje claro, debe su nombre a la bailarina Valentina Roth, "porque es medio loca", dice Violeta Armas, mientras Negro se llama así por su colorido."Siempre han sido mi compañía. Me enfoqué en ellos cuando prácticamente quedé sola, pues mis hijos mayores se independizaron y se fueron de casa. Valentina y Negro siempre fueron un familiar para mí sobre todo cuando me empezó a agarrar una depresión porque además me había separado. Me fui refugiando en ellos", dice. "Me dan paz, tienen una energía... saben cuando una se siente triste, están siempre al lado de uno, son fieles, están en las buenas y en las malas".Violeta dice que están "desde chiquititos juntos", aunque eso tuvo que cambiar hace un año cuando ella los sacaba a pasear. Esto porque poco después de que llegó a vivir al quinto piso del edificio Capital, ubicado en calle Zenteno y donde hay 987 departamentos, tuvo que empezar a sacarlos por separado por temor al hostigamiento.Violeta relata que llevaba poco más de un mes arrendando en este lugar, cuando en octubre de 2022, a su puerta llegó la circular de los gastos comunes indicando una multa de 62.388 mil pesos por la razón de "mascota no autorizada por la comunidad". Cuando ella le preguntó a la administración qué significaba eso, la mandaron a leer los reglamentos de la comunidad. Allí se dice que el edificio prohíbe a los residentes vivir con más de una mascota. A Violeta esto le pareció extraño porque no había sido advertida por el propietario del departamento cuando firmó el arriendo. "Yo le dije al (mayordomo del edificio): '¿cómo me voy a deshacer de una mascota? !Es como si fueran mis hijos¡'". Desde la administración le pidieron antecedentes de sus perros: carnet de vacuna, comprobante de sus microchips. Ella envió esos documentos. Además, incluyó un certificado médico que asegura que Valentina y Negro son animales de compañía emocional; es decir, que le brindan apoyo terapéutico. No hubo más conversación, pero siguió recibiendo circulares que le recuerdan que desde hace más de diez meses está incumpliendo la norma de su lugar de residencia y la multa que le cobran por esto -y que ella se niega a pagar- ha ido creciendo. En la última cartola que recibió, emitida en julio, para ser pagada en agosto de este año, asciende a $529.878. Es un documento que guarda en su velador junto a todas las circulares que han llegado.Tras ser notificada por el edificio de estar incumpliendo la norma, Violeta recuerda que se vio tan presionada a deshacerse de una mascota, que acudió a sus redes sociales para pedir auxilio entre sus seguidores. En...

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