Guarello, sin pelota
-Periodismo es decir algo que alguien no quiere que se diga. El resto es sólo propaganda.
Pocos en la audiencia entenderán la provocación directa.
En dos horas Guarello es capaz de recurrir a citas de ocho escritores distintos para explicar puntos de vista o decisiones de vida.
Juan Cristóbal Guarello de Toro tuvo un abuelo nacista: Fernando Guarello Fitz Henry fue uno de los fundadores del nacional socialismo en Chile, llegó a ser diputado y pronunció un recordado discurso pidiéndole la renuncia a Arturo Alessandri Palma.
Juan Cristóbal Guarello de Toro tuvo un padre abogado: Fernando Guarello Zegers días después del golpe de Estado de 1973, en plena revuelta, instaló un cartel en los tribunales de Santiago intentando reclutar colegas para trabajar en causas de derechos humanos. No más de un puñado respondió.
-¿Cuánto les cambió la vida después de lo que hizo tu papá en tribunales?
-Fue un hito grande en su vida y muy poca gente conoce el capítulo: Andrés Aylwin y Roberto Garretón son de los pocos. Esto fue antes del comité pro paz y antes de la Vicaría de la Solidaridad. Él tenía apenas 37 años. Era un tipo culto y conocedor, sabía que los juicios sumarios, hechos por consejos de guerra, si no había abogados civiles presentes, iban a ser defendidos por uniformados. Hasta el día de hoy gente me dice que le salvó la vida: son más de cien personas. Por eso, cuando el nuevo presidente de la Corte Suprema, el señor Ballesteros, dice: en esa época no se podía hacer nada, me molesta mucho. Si mi papá como abogado común y silvestre pudo defender gente, él perfectamente se podría haber al menos inhibido de participar en los consejos de guerra. Los hombres se ven realmente en los momentos difíciles, no en los fáciles como ahora.
Su padre murió en 1996.
-Te enteraste de esa historia recién el 2003. ¿Por qué?
-Porque él siempre la calló. No hizo carrera con esto, no hizo dinero. Eso para todos los hocicones que dicen que los abogados de derechos humanos se han hecho millonarios. Algunos lo habrán hecho, pero mi papá no sólo no ganó, perdió plata, le allanaron la oficina. Defendió a toda la gente gratis, alojó gente en mi casa y llegó hasta meterse al Estadio Chile a sacar gente con certificados psicológicos falsos. Perdió muchos clientes por todo eso. Hubo gente decente que sabía cuál era el deber de un abogado y de un hombre de derecho. Y hubo gente que oportunamente se adscribió a la dictadura. El escalón más bajo de toda la dictadura no fue la DINA, fue el poder judicial.
-¿Fue un gran shock descubrir algo así con tu papá ya fallecido?
-Sí, tiene una redimensión.  Pero no sé cuánto me afectó en lo real. Uno tiene un mecanismo psicológico más profundo sobre tus relaciones iniciales. La mía con él la tenía definida de los años cuando era niño. No me cambió lo que pensaba de él. Me cambiaría que hubiese hecho lo contrario, que hubiese sido un delator.
-Él fue muy bohemio, aficionado al juego, dilapidó mucho dinero. ¿No te ayudó a reconciliarte con él?
-Sí, era bohemio. Pero nunca tuve ningún resentimiento por eso, así que jamás hubo ese tipo de reconciliación. Mi papá era un hombre aparte.
-¿Aparte de qué?
-Era muy representativo de una generación, cuyos padres sufrieron mucho. Vivieron toda la transformación de Chile y por lo mismo fueron muy poco afectivos, quedaron muy desgastados por Chile. Era bohemio, pero de una bohemia distinta de lo que se entiende ahora. Las cosas que él hacía hoy podrían sonar extravagantes, pero Chile cambió dramáticamente y él y su generación quedaron entremedio. Jamás me atrevería a juzgarlo.
-¿Nunca hablaron de eso antes que él falleciera?
-No, hablamos de otras cosas: discutíamos la independencia de Paraguay, de la importancia de la figura de Artigas. Esas cosas.
Juan Cristóbal Guarello nació en Santiago...
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