La guardiana del semillero del desierto - 4 de Junio de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 905780047

La guardiana del semillero del desierto

En Tatara el viento sopla fuerte y el paisaje es seco y pedregoso. El agua, que nunca abundó en esas tierras de Atacama, es cada vez más escasa. Antes había canales comunitarios que todos podían usar para regar sus cultivos domésticos; hoy los canales son propiedad de privados y hay que pagar para tener acceso a la poca agua disponible. Pero los campesinos de la zona están acostumbrados a lidiar con la adversidad. La mayoría pertenece a la etnia diaguita y ha vivido por varias generaciones en esa zona. Son gente de esfuerzo, pequeños hortaliceros y crianceros de cabras que hacen milagros con lo poco que tienen.Hortensia Lemus, de 56 años, es diaguita, el tercer pueblo originario más masivo de Chile, con casi 100 mil personas que así se declaran. Y en estas tierras habitaron sus ancestros agricultores. "Mis abuelos sembraban porotos burros, hallados, gansos y varias otras variedades que habían desaparecido y que ahora hemos recuperado. También hacían huesillos de los almendrucos (duraznos de segunda floración que crecen al interior del Valle del Huasco). Mi abuela era hiladora y tejedora, teñía la lana usando hierbas y arbustos", cuenta Hortensia por teléfono.De joven, Hortensia vivió en Vallenar y en Copiapó, donde se dedicó a la peluquería y a la producción de tomates. Pero hace 20 años decidió regresar a sus orígenes y rescatar tradiciones y cultivos que se estaban perdiendo: "Y aquí estoy en mi cerro. Partí otra vez de cero", dice. Comenzó con cultivos de lechugas y de habas que no prosperaron. "Costó tanto que se dieran. Tiré 200 sacos de guano, buscando formar suelo". Pero no se desanimó y siguió insistiendo. Con la ayuda de Esteban Órdenes, un joven agrónomo interesado en la agricultura sustentable, fueron mejorando el suelo en pequeñas superficies y comenzaron a usar semillas tradicionales que consiguieron de los campesinos más viejos y que en ese momento estaban casi olvidadas.Y es que muchos pequeños agricultores han reemplazado las semillas antiguas por las que ahora se venden junto a paquetes tecnológicos que prometen una mayor productividad, pero que están genéticamente modificadas y han sido tratadas con productos químicos. Además -explica Hortensia-, estas semillas nuevas producen especies homogéneas, limitando la diversidad. A diferencia de ellas, las semillas tradicionales son todas distintas y se adaptan naturalmente a los territorios donde han sido cultivadas por generaciones. "Es una semilla que tiene vida, es única...

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