El guardián de una flor desaparecida - 25 de Junio de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 906728979

El guardián de una flor desaparecida

La situación epidemiológica que Chile vivía en 2020 , con las restricciones de permisos para evitar los contagios de coronavirus, le dio una semana de plazo a Antonia Fonck, candidata a doctor en Historia, para organizar su matrimonio.Con tan poco tiempo, sería difícil cumplir con uno de sus deseos: que el tocado de su pelo y el ramo de novia estuvieran inspirados en la flor que su padre, Carlos Fonck, y su hermano Martín habían descubierto en 2014 en la precordillera de Santiago, a más de dos mil metros sobre el nivel del mar, en un ambiente que, pese a su hostilidad, es el único donde ha sido hallada después de pasar décadas declarada como extinta.Mientras habla en un restaurante de Providencia, Antonia Fonck se ríe al recordar el momento en que tuvo el dato de alguien que podía elaborar tan inusual accesorio en papel. "Le conté la historia y le dije que tenía dos días para hacerlo. A ella le encantó la flor y me dijo que sí", comenta.Antonia saca el celular y muestra el resultado. Su pelo rubio y sus manos blancas lucen unas flores azul cobalto, réplica exacta de la Tecophilaea cyanocrocus , la misma a la que la familia Fonck se ha dedicado en los últimos seis años a preservar.-La 'teco', como le decimos, es un emblema familiar, y un símbolo también de resiliencia. Mi papá ha tenido una vida muy desafiante, que se refleja mucho en esta planta, que en las peores condiciones florece -agrega Antonia.Su padre, de origen alemán, al lado de su hija hace una mueca y evita confirmar lo que sintió ese día.-Ay huevón, parecemos locos -dice él cambiando de tema.El naturalismo corre por las venas de esta familia. El bisabuelo de Carlos, Francisco Fonck, fue un médico y explorador alemán que llegó a mediados del siglo XIX a Chile atraído por los relatos de Alexander von Humboldt. En homenaje a su trabajo, en 1937 se fundó en Viña del Mar un museo con su nombre dedicado a la arqueología y las ciencias naturales. Su abuela, Luisa Balde Schilling de Fonck, era bióloga, profesora y botánica.- Yo crecí con la suerte de tener esa instrucción, de tener los ojos un poco más abiertos -afirma Carlos-. Con mi abuela salíamos a ver flores y pájaros. Fue ella quien me enseñó a mirar y yo me empapé de eso, de estar atento.Recuerda que a los 12 años en el Colegio Alemán de Santiago creó una organización dedicada a explorar. Tenía dos integrantes, de los cuales uno se dedicaba a escribir lo que encontraban y el otro a dibujarlo.Pese a esas inclinaciones, Carlos comenta que la situación económica familiar lo llevó...

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