La gritona sin voz
-¿Te das cuenta de que hablas muy fuerte? -le dijo el doctor-. Vamos a tener que arreglar eso.
-¿En serio? -preguntó Natalia.
-En serio.
La comediante -conductora del programa Campo minado, en Vía X, y de Café con Nata, en la radio online Súbela- trabaja con la voz y la está perdiendo. Paradójicamente, su primer espectáculo en solitario, en el que escribe, dirige y actúa, se llama Gritona.
Desde entonces, en busca de aminorar el daño, todos los viernes se junta con un equipo de fonoaudiólogos que le recomiendan que tome dos litros de agua al día, que baje el tono y que no hable fuerte. Incluso se hizo un examen a las cuerdas vocales.
Pero el problema, y a la vez el sello de Natalia, es ese: ser gritona.
Aló, aló
Faltan 20 minutos para las diez de la noche de un jueves de septiembre. Adentro del Teatro Coca-Cola City, en Bellavista, no cabe nadie más, a la espera del show donde Natalia Valdebenito se ríe de sí misma durante hora y media. Antes del estreno, el 5 de agosto, ya se habían agotado todas las entradas de las cuatro funciones originales de Gritona. Hubo que montar seis presentaciones más en septiembre, y pasó lo mismo: agotadas. Por eso, habrá ocho más en octubre.
Antes de salir al escenario, Natalia ejercita sus cuerdas vocales. "Mmmm, mmm", repite mientras camina.
En el backstage hay algo de nerviosismo.
-A Gritona le ha ido bien -dice-. Pero es trabajo. Yo me parto el lomo para que esto pase. No es éxito. Todo siempre se puede convertir en un fracaso. Ser exitosa no está en mi volá. Yo soy súper consciente de que todo se puede destruir en cualquier minuto. Aparte, este país está al fin del mundo, ¿cómo te vas a creer bacán acá?
Dice que ocupa la comedia para hacer crítica social y como transporte para comunicar sus ideas.
-Tú puedes decir barbaridades con una sonrisa en la cara y con un chiste muy bueno. Podemos hablar del aborto como de mi mala onda con los gatos. Eso es tan político como el aborto. En todos los temas hay opinión, porque te agarran tu corazoncito.
Se ilumina el escenario del teatro y entra Natalia. Toma el micrófono y comienza a hablar. Pero quienes están en primera fila solo alcanzan a escuchar un murmullo, una voz apenas perceptible. A pesar de que la comediante mantiene el micrófono cerca de su boca, el público no logra oír lo que dice. Mira con el ceño fruncido hacia el switch. "Aló, aló", repite una, dos, tres veces. Pronto, Natalia sale de la situación con un chiste hacia los sonidistas: "Acuérdense de poner on cuando use el micrófono, no falla".
Más tarde, una vez que termine...
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