El gran mirador sobre el Parque Karukinka - 14 de Junio de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 573720754

El gran mirador sobre el Parque Karukinka

Antes de cruzar el portón principal, la región exhibe parte de su gracia a lo largo del camino. Decidí viajar hacia esta zona en febrero de este año, para lo cual tuve que tomar un avión hasta Punta Arenas y luego un ferry hasta Porvenir. De ahí aún me faltaba manejar unas seis horas por la carretera pública Y-85, que se interna en el parque: se trata de un camino de ripio que conduce hasta el sector de lago Fagnano y caleta María, en el seno Almirantazgo.

El trayecto es de una belleza tremenda, pero feroz, con árboles torcidos por el viento y caminos solo aptos para recorrer en vehículos todoterreno. Definitivamente no es como ir a Torres del Paine. Eso pensaba mientras manejaba y recordaba cómo ese otro parque cercano a Puerto Natales podría ya considerarse una muestra de cómo la Patagonia también puede adaptarse para recibir un gran número de visitantes. En cambio, cuando uno llega a Karukinka, se ve muy poca gente y se nota claramente que aún está poco explorado: aunque es plena época de vacaciones, verano, uno no se topa con casi nadie y hasta podría decirse que llegar aquí es una de las experiencias más salvajes de Tierra del Fuego.

Con el grupo de amigos con el que viajaba nos había tomado toda una jornada llegar al parque, así que al día siguiente planeamos una salida sencilla que sirviera como introducción al resto del área protegida que abarca unas 300 mil hectáreas. Elegimos una de las rutas más cortas, que son aquellas que están cerca del área de camping. Optamos por subir hacia el cerro Pietro Grande, un trekkingde mediodía que presentaría pocas complicaciones y que tendría, sin embargo, como premio final una notable vista de Karukinka.

Como ya llevábamos algunas horas en el lugar, poco a poco nos habíamos acostumbrado a esa sensación que acompaña siempre en el parque: soledad frente a la naturaleza. Quizás esta sea la característica principal del sitio, porque es un espacio que aún no está tan marcado por la presencia del hombre. Desde luego, no se oye el tráfico de gente ni de autos; no hay señas de contaminación en el paisaje y con el transcurso del tiempo, uno comienza a estar cada vez más consciente de que está en medio de la nada.

Ya en la ruta, durante los primeros metros por el sendero hacia el Pietro Grande, mantenemos el silencio y el único otro sonido que se percibe es el de algunos animales desplazándose por estas hectáreas. La huella en sí misma resulta bastante sencilla al comienzo. El Parque Karukinka ha hecho un...

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