El futuro de la nieve - 22 de Junio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 515916026

El futuro de la nieve

La tormenta ha amainado.

La luz de la luna se cuela por la claraboya del yurt: una gran carpa redonda, fácil de armar y desmontar, como las de los nómades en Mongolia.

En el yurt -instalado sobre una suave colina en Teton Valley, Wyoming- hay tres camarotes. Bajo el mío duerme David, un veterinario de Ventura, California, que se ha animado con la travesía. Otro tanto han hecho Chad, asistente social que dirige un centro de salud mental en el área de Los Ángeles. Y mi buen amigo George, ingeniero químico, especializado en diseñar refinerías de petróleo.

En una camita junto a la chimenea yace Parker, el guía, un tipo alegre, siempre positivo, que en invierno conduce grupos a través de las montañas y, en verano, trabaja como bombero de incendios forestales.

Salgo del saco, enciendo la luz roja de mi linterna y, premunido de unas flamantes botitas de refugio (que, apurado, había comprado la noche anterior al viaje) doy los primeros pasos intentando causar el menor barullo posible.

El shock es instantáneo.

Brrr.

Afuera, la Luna enciende unas montañas translúcidas que, incluso de noche, invitan a caminar hasta perderse. Es Teton Valley lunar. Según coinciden no pocos escaladores y esquiadores, las montañas más bellas de Estados Unidos.

Antes del amanecer, suaves y escarpadas laderas, con nombres tan exóticos como Rhodesia y Zimbabwe, seducen con su inmensidad.

Qué diablos. En al menos un centenar de kilómetros cuadrados debo ser el único insomne intentando no perder el equilibro mientras camino, a zancadas, hundiéndome hasta las rodillas sobre la nieve honda.

Eso hasta dar con el baño de troncos. Todo un lujo considerando que estamos en medio de la nada. De hecho, revistas como Backcountry han llamado a la experiencia "la fiebre de los yurts". No sin enfatizar que, así como va esto del calentamiento global, de aquí a poco éste será el único futuro posible del esquí fuera de pista.

Me refiero a refugios aislados, perdidos en la montaña, sin más andarivel que la potencia de tus piernas. Lugares en los que, se supone, debes estar preparado para soportar los rigores del invierno. Partiendo por el papel higiénico más húmedo que lo normal.

Así y todo, en el mundo la lista se amplía cada año. En Suiza todo un éxito ha sido la puesta en marcha del Konkordia Hut, una cabaña para esquiadores aperrados que opera en la confluencia de los glaciares más grandes de Europa Central. Igual de exótico (y deseable) es el Ultima Thule Lodge en Alaska, hoy por hoy, según National Geographic Traveller, un imperdible para quienes anhelan privacidad y cero cola en los andariveles. De hecho en el Thula Lodhe no hay andariveles. Y sólo puedes llegar en avioneta.

¿Qué tienen todos estos lodges y yurts en común? Pues que están aislados. Son lejanos, remotos. Y, en invierno, se transforman en cálidas cabañas desde las que puedes salir a esquiar por el vecindario. El único lujo es que en la nieve no hay huellas y, lo mejor, todo lo que está ahí enfrente es para ti y tus amigos.

De regreso al camarote, antes del sueño final, repaso una y otra vez cómo es que llegué a tan insólito lugar: una carpa apenas decorada con un pareo en el que chillan, sin chillar, guacamayos de todos los colores.

Medias de mujer

Técnicamente, este viaje había comenzado en el supermercado de Driggs: uno de los pueblos más prendidos del Valle de Teton.

Ahí, con los amigos con los que realizaría el viaje (David, Chad y George) repasábamos la lista de compras. Y no era fácil decidir; sabíamos que estaríamos dos noches, pero...

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