San Miguel: 32 funcionarios de Gendarmería entre posibles formalizados por incendio
Según revelaron fuentes de la investigación, la atención está centrada en 32 miembros del servicio de prisiones, entre custodios y administrativos. Sobre algunos de ellos, como es el caso de cinco gendarmes presentes en el penal la noche del siniestro, recaen las más altas posibilidades de enfrentar cargos.
De hecho, se está chequeando incluso qué hicieron en las horas previas a llegar a su turno, dadas las sospechas de que pudieron haber estado bajo la influencia del alcohol. Un tema, este último, que la fiscalía ha profundizado tras conocer el dato de que dos efectivos ingresaron botellas de ron durante su servicio, novedad que quedó estampada en la guardia de la cárcel.
En el caso de los administrativos, la mira del Ministerio Público está en el uso de los dineros destinados a seguridad dentro del recinto carcelario. Los posibles cargos que podrían enfrentar serían homicidio por omisión por haber pasado por alto las señales de auxilio o un cuasidelito de homicidio.
Inédita recreación
Hubo fuego, lanzallamas, humo, gritos y equipos de emergencia. Todo igual a como ocurrió la noche del fatal incidente. Con estos elementos se desarrolló la madrugada de ayer la amplia reconstitución de escena del incendio en el penal.
Unidades de peritos de Bomberos llegaron casi a las cuatro de la mañana escoltadas por Carabineros. Inmediatamente los expertos se pusieron en puestos estratégicos cercanos al portón de la cárcel, en el módulo y un patio lateral. Lo mismo hicieron peritos de la Policía de Investigaciones (PDI).
Cuando eran las 4:25 de la madrugada se apersonó el fiscal Metropolitano Sur Alejandro Peña. Cinco minutos después se inició la pesquisa, que se prolongó hasta las 13.30 horas.
Las torres cuatro y cinco ya estaban desalojadas. Cerca de 300 internos habían sido trasladados hasta el gimnasio y otros tantos a los patios. Sólo fueron reubicados 20 reclusos en el edificio cuatro: diez que habían prestado declaración y otros diez que estaban cooperando. ¿Su misión? Con sables y estoques, debían golpear rejas y gritar pidiendo auxilio. Debía ser el mismo sonido del día de la tragedia.
Esto último fue medido con máquinas especiales con cuenta decibelios. El objetivo era establecer qué probabilidad había que los centinelas no escucharan el ruido, que, de acuerdo a vecinos del sector que declararon en la investigación, fue ensordecedor y no los dejó dormir.
Según el subcomisario de la Brigada de Homicidios de la PDI, Rodrigo Morales, a cargo de...
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