Las Fuerzas Armadas comienzan a patrullar las calles de Río de Janeiro con miras a los JJ.OO.
En la ciudad, 67.500 efectivos militares y de la policía fueron desplegados en las playas, el aeropuerto internacional y en las vías expresas del transporte público. Se trata del esquema de seguridad más grande de la historia de Río, consignó O Globo.
Más de 20.000 uniformados también se encuentran en otras cinco ciudades que serán sedes de la competencia de fútbol. Con ello, en todo el país, el dispositivo de seguridad cuenta con unos 41.000 soldados y 47.000 agentes de policía.
Tanto los brasileños como los turistas están preocupados principalmente por las amenazas a la seguridad durante la cita olímpica, ante la posibilidad de que ocurra un ataque terrorista de "lobos solitarios" (ver infografía). Según O Estado de São Paulo, al menos 50.000 entradas fueron devueltas después de que el país aumentó su grado de alerta ante un eventual atentado.
Consciente de esto, la Inteligencia brasileña está trabajando con el apoyo de agentes de EE.UU., Reino Unido, España, Bélgica, Francia, Argentina y Paraguay en el Centro Integrado de Antiterrorismo en Río.
Las Fuerzas Armadas usarán 12 navíos, más de 1.600 vehículos 4x4, 70 autos blindados, 28 helicópteros, cerca de 50 embarcaciones de pequeño o mediano tamaño y 174 motos. Con este dispositivo, el ministro de Defensa, Raul Jungmann, aseguró que "durante los JJ.OO. y los Paraolímpicos, Río de Janeiro será una ciudad muy segura".
Jungmann intenta mostrar la imagen de un Brasil ordenado, capaz de ser sede de un evento de esta magnitud, al cual asistirán 205 delegaciones. Pero esto también es visto como un arma de doble filo.
"Los brasileños no confiamos en la capacidad del gobierno para lidiar con terroristas. Brasil no tiene tradición en manejar este tipo de problemas", comentó a "El Mercurio" Ary José Rocco Jr., experto de la Universidad de São Paulo en eventos deportivos. Según el analista, el "circo mediático" que hizo el gobierno al detener la semana pasada a 11 sospechosos de planificar actos terroristas "demostró que hay una intención de decir que Brasil está preparado, pero tuvo el efecto contrario: asustó más a las personas".
Por otra parte, Rocco afirma que no hay preocupación por un desborde de la violencia común en Río. Es que cuando la ciudad ha sido sede de grandes eventos (como el Mundial de 2014), los índices de criminalidad cayeron. "Es como si las autoridades locales y los narcotraficantes establecieran un acuerdo tácito para que la imagen de la ciudad no sea manchada. No proyecto...
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