El Freud de Elisabeth Roudinesco - 25 de Octubre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 585434202

El Freud de Elisabeth Roudinesco

El Freud de Roudinesco es moderno, contradictorio, desconcertante, íntimo, particular, universal. Roudinesco describe con soltura, con pleno dominio, la manera de trabajar del profesor, su sistema, sus hábitos, sus rutinas, y hasta sus caprichos y sus errores. Su libro es un gran retrato del personaje, de una época, del siglo XX.

Freud fue un hombre de cultura clásica, un conocedor de los pensadores y artistas griegos y latinos. Elaboró su teoría sobre el complejo de Edipo porque admiraba el teatro de Sófocles. Pero también conocía en profundidad a Shakespeare. Hamlet, como Edipo, como Leonardo Da Vinci, como Moisés visto por Miguel Ángel, son piezas elementales del pensamiento freudiano.

La biografía de Roudinesco va de lo general a lo particular. Analiza el concepto de "felicidad" que desarrolló la Ilustración francesa y lo examina en sus personajes centrales y en sus desviaciones: en Voltaire y en el Marqués de Sade. Sigmund Freud admira a Voltaire, pero trata de entender el caso doloroso de Sade. Después recibe noticias de la modernidad de su época, de Ítalo Svevo y de James Joyce. Alguien le explica que Zeno, el gran personaje de Svevo, solo se pudo construir como entidad de ficción a partir de un estudio del psicoanálisis. Pero Freud era distante, escéptico, y no se desviaba nunca de su camino. Parece que no leyó a Svevo y no se interesó demasiado en la obra de Joyce. En cambio, amaba al Thomas Mann de las historias bíblicas, que en parte coincidían con sus visiones personales de Moisés y del judaísmo. Y era un entusiasta de la obra novelesca de Dostoievsky, a quien interpretó en profundidad y sin concesiones. También fue un lector extraordinario de los narradores románticos alemanes. Para mi gusto, su ensayo sobre "El hombre de arena", de E. T. A. Hoffmann, es uno de los más lúcidos y más reveladores sobre una literatura que ya podríamos llamar moderna. Es un gran ensayo sobre el doble y sobre la dualidad. Lo familiar, lo hogareño, se abre de repente a dimensiones inquietantes. Ese "hombre de arena" es el ogro, el cuco de las historias infantiles. Es amigo del dueño de casa, parece un hombre pintoresco y amable, pero anda con un saco donde colecciona ojos de niños. Y tiene una relación indirecta con la fabricación de Olimpia, la muñeca animada, la Copelia de los primeros ballets modernos. El cuento de Hoffmann pertenece a la misma estirpe de "Frankenstein", la novela de Mary Shelley. La idea asombrosa y oscura de crear seres humanos...

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