El fraude de la UDI - 11 de Enero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 552183062

El fraude de la UDI

"Aun cuando no existe una responsabilidad institucional (...), lamentamos lo ocurrido y nos disculpamos ante la ciudadanía por cualquier conducta individual de alguno de nuestros militantes que suponga un financiamiento de campañas políticas de manera irregular".

Esa declaración -que exculpa a la UDI y atribuye todo a conductas meramente individuales- es de las falacias más groseras del último tiempo.

Y es que el caso Penta muestra que entre ese grupo y la UDI existía una íntima promiscuidad.

Formalmente la UDI parecía un partido político, esto es, una agrupación de personas que se trataban como iguales entre sí, que compartían ideas y aspiraban mediante la competencia electoral a ganar el gobierno. Aparentemente tenía dirigentes, es decir, personas dotadas de la inteligencia y la autonomía para conducirlo y promover las ideas que lo inspiraban. Todos creían que tenía un patrono, Jaime Guzmán, cuyas ideas sus miembros veneraban, y un líder histórico, Jovino Novoa, que respetaba y hacía respetar las reglas. Y en fin, la gente suponía que tenía parlamentarios: personas que se habían ganado la confianza de los ciudadanos y se esmeraban por promover sus intereses.

Pero nada de eso era cierto.

La UDI no era un partido político, sino en realidad el simple apéndice más o menos fraudulento de un holding empresarial, con cuyas cuentas e intereses se confundía; un partido que, en vez de dirigentes capaces, poseía socios o empleados de ese mismo holding , el mismo Ernesto Silva es el ejemplo, cuyas instrucciones soterradas recibía por mail ; una agrupación que no tenía en verdad un patrono, Jaime Guzmán, sino patrones, Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín; un grupo cuyo líder histórico, Jovino Novoa, no era un líder sino simplemente alguien cuyo poder derivaba del hecho de ser un broker entre el holding y sus dependientes que fingían ser representantes del pueblo; un partido entre cuyos parlamentarios se escondían mendicantes y pedigüeños que ofrecían a sus benefactores una lealtad perruna y eterna, y algunos de los cuales se revelaron además como mentirosos, como fue el caso de Ena von Baer.

En suma, la UDI no era un partido político, era una dependencia del grupo Penta. Y el grupo Penta, por su parte, era el instrumento, en el gigantesco ajedrez del poder y de los intereses, de un par de voluntades individuales.

Hay en la historia política chilena variadas trampas en perjuicio del fisco en la derecha y en la izquierda, pero ninguna, hasta...

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