La fragilidad de la memoria - 19 de Mayo de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 785025417

La fragilidad de la memoria

Durante el bombardeo de Londres, en el invierno de 1941, dos bombas cayeron en el vecindario de Oliver Sacks, el famoso neurólogo y escritor inglés fallecido poco tiempo atrás. En uno de sus libros recuerda con lujo de detalles que la primera de estas bombas no estalló, pero sí la segunda, una bomba incendiaria que cayó a medianoche. Después del estallido comenzaron las llamas, y con el agua que le lanzaban sus hermanos, la bomba siseaba, amenazante, lanzando chorros de metal fundido en todas direcciones. Una impresión así, en el jardín trasero de la casa a los siete años de edad, no se olvida fácilmente y Sacks podía agregar detalle tras detalle de la hazaña que significó luchar contra las llamas.El único problema es que, pese a sus vívidos recuerdos, él no estaba ahí esa noche.Meses después de publicado el libro, comentando con sus hermanos mayores, todos recordaban que él estaba en un internado, adonde había sido evacuado a comienzos de la guerra. Pero él no tenía duda alguna de que había estado en medio del desastre y habría estado dispuesto a jurar ante un tribunal de lo que había visto, oído y sentido. Cuando sus hermanos le hicieron ver los hechos, quedó anonadado. No lo podía creer y aunque racionalmente lo aceptó, siempre pensó que lo había vivido.La falsa experiencia de Sacks es algo mucho más común de lo que se piensa. A menudo los recuerdos de largo tiempo atrás han sido transferidos de experiencias que nos han sido contadas, que hemos leído o, incluso, que las hemos soñado. No son raras las discusiones entre hermanos sobre cuál de ellos fue el protagonista de alguna anécdota familiar inolvidable.Las distorsiones de la memoria y las fuentes de confusión han sido investigadas por distintos psicólogos y neurobiólogos. Freud fue uno de los primeros y se manifestaba sorprendido de los recuerdos de algunos de sus pacientes, especialmente relacionados con abusos sexuales o seducciones en la infancia, que no parecían verosímiles. Se preguntaba hasta qué punto se trataba de construcciones inconscientes, tan reales para los pacientes que la realidad psicológica que les producía era indistinguible, según Freud, proviniera de la realidad o de la fabulación de los afectados.Oliver Sacks, a propósito de su propia experiencia, se asombra de las memorias recuperadas después de mucho tiempo, supuestamente reprimidas por sus efectos traumáticos. Incluye entre ellas los más extraños "ritos satánicos, a menudo acompañados de prácticas sexuales...

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