Formas de entender a Zambra - 16 de Julio de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 301307106

Formas de entender a Zambra

-Un dolor que te quieres matar.

La migraña cluster es de origen tensional y lo persigue hace años. Probó acabar con ella igual como ataca todos los problemas, escribiendo y leyendo. El personaje principal de Formas de volver a casa las sufría en el primer corte del libro, pero la enfermedad no llegó a la edición final. Y Zambra, el escritor, no el personaje, se devoró Migraña, un tratado de Oliver Sacks sobre los pesares de los dolores de cabeza.

-Al menos me pone contento padecer una enfermedad interesante, que dé para 400 páginas.Â

-Es una imagen a explotar: despertarse, atormentado, a escribir.Â

-Con la mitad de la cara paralizada por el dolor no se puede hacer nada. Es una condena muy desagradable. He probado no comer ciertos alimentos, medicamentos fuertísimos. Lo peor es que cada doctor dice tener una solución: te recetan un remedio que te hace efecto por un tiempo, pero al rato tu cuerpo se acostumbra y ya no sirve, entonces tienes que buscar otro que te alivie un poco.

-¿Eso es científico? ¿Has considerado la hipocondría?

-No la descarto.

*

Horacio Zambra nació hace 63 años, hijo de un obrero téxtil. Creció en Renca, donde su madre se preocupaba de tenerle tres cosas: una cama individual -rareza en las poblaciones en ese tiempo-, un plato de comida y un baño diario, sin importar lo roñoso de las ropas que llevaran. Terminó el colegio, con una oferta en la mano: tenía que dar la prueba final para ser arquero profesional. Era ágil, pero ocultaba un secreto: una miopía incompatible con el deporte. El día de la prueba final llegó con lentes, saboteándose a sí mismo: en el fondo, sabía que, en su posición social, trabajar era la única alternativa. Hoy ocupa lentes de contacto.

Alejandro Zambra, su hijo, nació en 1975, cuando su familia vivía en la Villa Portales. Creció con fútbol por el lado paterno, relatando partidos imaginarios de Colo Colo, y con arte por el materno: su tía abuela era la folclorista Silvia Infantas. Su propia abuela, Josefina Gutiérrez, su gran influencia de infancia, fue cantante lírica en Chillán.

-Su familia murió en el terremoto del 39. Me contaba esas historias en la noche, lo que, dicho sea de paso, no es una gran idea para hacer dormir a un niño.

A los cinco años su familia se fue a vivir a la Villa Las Terrazas, Maipú. Es el escenario de Formas de volver a casa.

-No hay películas o libros ambientados en Maipú, Puente Alto o La Florida. ¿Fue una decisión consciente? ¿Contar historias de esa gente?

-En parte, porque existe la sensación de que en esos sitios nunca ha ocurrido nada que merezca ser contado. Mi vida de niño era viajar a Santiago: eran más de dos horas diarias arriba de una micro. Sentíamos que las cosas pasaban en otro lado, no en Maipú. Â

-¿Hay algo distintivo de la gente que creció en Maipú? ¿Hay algo en común entre Golborne y tú?

-Já. Los maipucinos se toman el mundo. Tiene que ver con la falta de identidad. Hay una identidad en la falta de identidad.

En séptimo básico postuló al Instituto Nacional. En el formulario de ingreso, donde decía "Lugar residencia", su papá dejó el espacio en blanco.

-Era un periodo muy tenso. Había una directora designada por los militares. Varios profesores que apoyaban al régimen. Me acuerdo que humillaban a los alumnos porque andaban con calcetines blancos. Una hueá muy marcial, muy desagradable, muchos se retiraban. Uno de apellido Venegas nos decía: ¿Usted es de Puente Alto? Quédese allá pues, no pertenece acá, allá hay un excelente liceo para usted: no vuelva. En el fondo nos decía: son unos pungas, no tienen que estar acá. Era bien brutal, porque era un colegio diverso, muchos se jugaban ahí su chance de ascenso social, la única.

-¿Fue muy marcador pasar de la tranquilidad de Maipú a eso?

-Sí, porque ahí la dictadura, que para mí era un concepto difícil de entender, fue de golpe visible. El primer día de clases se evacuaba el colegio por Alonso de Ovalle por las lacrimógenas. El colegio era tan diverso que nos enseñó temprano que el mundo era bien injusto.

Elizabeth Azócar fue su primera profesora de castellano en el Instituto. Zambra dice que ella debió aparecer en Formas de volver a casa, pero se le pasó.

-Los hacía escribir dos horas a la semana. Ponía afuera un cartel que decía: Jóvenes inspirados, no molestar -dice ella-. Alejandro era tartamudo y como encorvado, pero luchaba por leer en voz alta. Era un placer ser testigo de su lucha...

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